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El hacker interior

Vuelven todos. El sábado, recorriendo los pocos sitios web que todavía me nombran, me encontré con este cartelito en la pantalla de mi compu: “Los editores de este blog proponen el voto por el Acuerdo Cívico y Social Prat-Gay / Gil Lavedra / Carrió en Capital y Stolbizer / Alfonsín en Provincia de Buenos Aires”. Era el blog del comentarista de cine y libros Quintín y su esposa, Flavia de la Fuente.

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Vuelven todos. El sábado, recorriendo los pocos sitios web que todavía me nombran, me encontré con este cartelito en la pantalla de mi compu: “Los editores de este blog proponen el voto por el Acuerdo Cívico y Social Prat-Gay / Gil Lavedra / Carrió en Capital y Stolbizer / Alfonsín en Provincia de Buenos Aires”. Era el blog del comentarista de cine y libros Quintín y su esposa, Flavia de la Fuente. Amanecía y afuera había apenas seis grados de temperatura: treinta y uno menos que bajo mis prendas de dormir. Por ese mismo blog supe que Quintín es hipocondríaco y seguidor de la medicina homeopática, en cambio su mujer, lectora incansable, es fotógrafa y nadadora y este año ha estrenado su primer traje de neoprene para sus incursiones en el Atlántico. Ella debe saber en carne propia que los humanos, salvo la semióloga María Inés Mato, no sobreviven en aguas por debajo de los diez grados. A veinte grados, sufren. A diez sienten ganas de dejarse morir y por debajo, nadie –salvo la Mato– dura más de un par de horas. Pero el sábado yo sentí doble frío: el que venía como radiación negativa desde los cristales de la ventana helándome el lado derecho, y el que me corría por la espalda al ver que habían hackeado la página del versátil columnista de PERFIL, haciéndolo pasar por un “lilito”, como los llama Asís. Dejé pasar unas horas, después un día, después todo un fin de semana, y el cartelito seguía en el blog junto a una publicidad de Mondadori. Evidentemente estábamos ante un programa de sabotaje informático interior: el matrimonio, o algún componente de la pareja, había sucumbido a operaciones encubiertas de inteligencia gubernamental. Siendo tan susceptibles a las operaciones del kirchnerismo, la pareja bien pudo haber caído en el fango duhaldista De Narváez-PRO: sería lo mismo. La pareja blogger vive atormentada por el fantasma de lo que Quintín llama “dictadura militar”, que fue en rigor una dictadura cívico-militar a la que el partido radical, que ahora apoyan, prestó trescientos intendentes y miles de cuadros administrativos a la ciudad y a la provincia de Buenos Aires. ¿Le habrán creído a Asís que la gorda del crucifijo “es la única que puede, a Kirchner, mandarlo preso”? Lo leyeron mal: entiendo que se refería a lo que creen los empresarios, que, según él, vía Prat-Gay, están financiando su campaña. Con su sabiduría oriental, el popular Turco sabe bien que los que ni pudieron juzgar a Martínez de Hoz, si llegan a las legislaturas sólo podrán, como sinceramente promete el cordobés Juez, “patalear sobre la banca“ para ”volver loca a Cristina”. Como si fuese necesario.