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El incidente

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Perdone, señora, que la moleste a estas horas, cuando está en plena producción de teñido, pintura y selección de joyas para transformarse en víctima, pero hubo otro “incidente”. Dos días después del que ocurrió con Nisman, murió desnutrido Marcos Solís, un pibe wichi. Si lo vincula con aquel otro “incidente”, cuando murió –también desnutrido– Néstor Femenia, el pibe qom de siete años que pesaba 20 kilos, se hace aun más evidente la conspiración contra la “alegría” del verano, como dijo Forster.

Tanto que repartimos, en pesos, para que no hubiera saqueos, y mire con qué salen: un fiscal incapaz de mantenerse con vida y pibes que se mueren de hambre justo ahora. Y esto no termina acá. Los médicos y voluntarios advierten que, en todas las comunidades aborígenes y en las villas alrededor de las ciudades, hay muchos en esas condiciones. Los periodistas buenos, los que pagamos nosotros, dicen que esas familias se resisten a los beneficios del modelo y mantienen deliberadamente a los pibes bajos de peso, en contacto con aguas servidas y sin los cuidados higiénicos básicos. Son “feroces opositores” que no quieren cloacas ni viviendas dignas. No tengo pruebas, pero no tengo dudas: es todo a propósito.

Un día, cuando ya no les alcance con arrojar muertos, van a cortar la luz en los barrios donde usted tiene sus propiedades, los hoteles, departamentos en Puerto Madero y demás. Esa será una clara señal de que el golpe institucional está en marcha. Porque nadie como usted necesita la energía para enfrentar al Minotauro, el monstruo de la oposición, ese perrito de varias cabezas que ladra pero no muerde. Al volver sobre sus pasos, siga el hilo de Ariadna para salir del laberinto, señora.

De regreso, se atraviesa el recuerdo de noches duras como la de diciembre de 2012, cuando estábamos festejando en la Plaza de Mayo y hubo varios muertos en los saqueos. Los ignoramos, cantando y bailando la sacamos adelante. Fueron muchas las jornadas horribles para tan sólo doce años: Cromañón, Once, los inundados muertos por obras que no se hicieron. Por suerte, existe ese “lugar en el mundo”, la modesta casita en el sur, para huir por unos días cuando la desgracia se empeña en interrumpir el relato.

Nadie reconoce nada. Colaboramos en los 90 a liquidar los bienes del Estado durante el menemismo –a cambio de 600 millones de dólares por la venta de YPF– y también a destruir miles de puestos de trabajo. Echamos a De la Rúa, nos apadrinó Duhalde y, ya con Néstor en el poder, renegociamos la deuda y se la dejamos al que viene. Gracias a nosotros, se pudo casar Ricardo con Roberto y se legalizaron todos los amantes ocultos. Nos apropiamos de las Abuelas, las Madres y todos los derechos humanos sin haber hecho antes nunca nada por ellos, aumentamos la clientela del peronismo, dimos asignaciones, subsidios, carne, pollo, pescado, coimas para todos y oportunidad a nuevos y capaces dirigentes, D’Elía, Guillermo Moreno, Felisa Miceli, Lorenzino, sin discriminar a ex menemistas como los Fernández, ni a los de la Alianza, como Nilda Garré, Diana Conti, Débora Giorgi, Abal Medina, ni a los de la Ucedé, como Boudou. Aceptamos a todos, también a informantes de la dictadura, como el sindicalista Gerardo Martínez y a los acusados como Milani. Nunca hubo un gobierno tan comprensivo con “capomafias”, criminales y ladrones.

Crecieron el empleo y la deuda pública, la exportación de soja a buenos precios, los negocios de Lázaro Báez, que confió antes que nadie y fundó su empresita cuando asumió Néstor. Crecieron el narcotráfico, la violencia y el choreo.

Creció Máximo también, que ya tiene sus añitos el vago, y los ahorros de la familia, unos 100 millones declarados. Son, ya, veintiocho sacrificados años viviendo de los cargos públicos, del dinero de los impuestos. Y todo por “la patria”.

Por eso, entiendo su lamento, señora. Usted es la verdadera víctima de todo lo que pasa. Sólo espero que, al menos, el próximo “incidente” ocurra a una hora prudente para no tener que despertarla.

*Periodista.