COLUMNISTAS
pozo animico y rendimientos subterraneos

El invierno de Independiente llegó en pleno verano

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Se hace difícil establecer un hilo conductor de análisis y opinión cuando un equipo se queda sin sustento o es tan irregular en el rendimiento individual y colectivo de sus jugadores, como es el caso de Independiente. En diciembre estábamos analizando un inesperado pero justo título internacional. Fue justo porque es difícil que en un torneo como la Sudamericana, con cuatro turnos eliminatorios, un equipo llegue a la final “de suerte”. Independiente llegó porque siempre consiguió los resultados que necesitaba. A veces jugando bien (contra Defensor Sporting y Liga en Avellaneda, ante Tolima en Colombia) y otras, sacando pecho en la adversidad. El fútbol tiene un costado anímico imposible de dejar a un lado cuando se estudia una campaña.

Justamente, el bajón anímico tiene a Independiente a años luz de aquel Rojo copero de septiembre-octubre-noviembre-diciembre de 2010. Está destruido anímicamente. Lo voltearon un par de resultados. En los torneos internacionales no le fue mal. Ganó el repechaje con Deportivo Quito, equipo al que derrotó claramente en Avellaneda. Y fue un triunfador amplio en el duelo inicial de la fase de grupos, ganándole 3-0 a Peñarol con un segundo tiempo que está entre las mejores actuaciones de la era Mohamed. El 0-3 del jueves con Liga, en otras circunstancias, debió ser un resultado para absorber. Sobre todo, porque los números finales son exagerados y porque esos guarismos llegaron hasta ahí porque en dos de los tres goles que recibió, el responsable absoluto fue el arquero Gabbarini. En lo que los comentaristas llamamos “trámite del partido”, no hubo muchas diferencias en cuanto a la tenencia de la pelota o al juego asociado en las cercanías de las áreas. Pero Independiente está deprimido y se nota en cuanto tropieza con la primera adversidad.

Lo que arruinó el ánimo del plantel de Independiente fue, como primer motivo, el torneo local. En el debut con Vélez, ganaba 2-0 con dos goles servidos como una especialidad de la casa Mohamed: la pelota parada. Ganaba 2-0 y, sin embargo, quienes estábamos en el Estadio Libertadores de América pensábamos más en un 2-2 que en un 3-0 contundente del cuadro rojo. Otra especialidad de la casa roja, la defensa en línea y tirando el achique, facilitó el gol de Moralez. Después, un grosero error de Hilario Navarro le dio a Vélez la chance del empate. Para Independiente, la vida hubiese sido diferente si hubiera ganado ante Vélez. Después, llegó un empate horrible con Argentinos y una derrota injusta pero importante con River. El torneo local se le convirtió en una molestia que no puede soportar y, lo que es peor, no lo deja disfrutar del torneo que más le gusta a la gente y a todos aquellos que tienen que ver con Independiente, que es la Copa Libertadores de América.

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De afuera, todo indica que Mohamed tiene el peor de los escenarios. Hay fallas colectivas e individuales. “River tuvo más actitud que nosotros”, dijo el Turco en la noche de la caída ante River. La actitud se puede demostrar de varias maneras dentro de la cancha. Una de esas maneras es la ferocidad, el orden y el tesón con que un equipo lucha para recuperar la pelota. Independiente no lo hace. Mira pasar a los rivales, no presiona, defiende en línea, da un paso adelante para generar offsides. Depende de la puntería de los rivales para saber si le hacen el gol o no. Jugar con la línea de tres/cuatro/cinco tirando el achique es un suicidio, sobre todo con un arquero (Hilario Navarro) que cada vez que sale del arco se mete en unos líos tremendos. Y no sólo los defensores miran: los volantes tampoco presionan. Uno podría pensar que esto le pasó en Ecuador por la altura. También le ocurrió con Vélez, Argentinos y River. Y esos partidos se jugaron en Avellaneda y La Paternal.

Hay apellidos que están en el sótano de sus niveles más altos. Silvera está dando enormes ventajas físicas. Se mueve poco y nada, no participa de los partidos y, a la hora de resolver situaciones propicias –mano a mano con los partidos 0-0, con Deportivo Quito allá y River en Avellaneda– tiró la pelota afuera. Dicen que Mohamed tiene pensado hacerlo a un costado. Mareque volvió a ser aquel lateral volante que no es lateral ni volante y que jamás pisa el área ni mete un desborde. La enjundia que le pone a los arranques hace que la gente se confunda, pero no hace goles, no marca bien, falla la mitad de los pases y aporta confusión. Este es otro caso de jugador que Mohamed relegaría al equipo B. El tema es que Silvera y Mareque no solivianten el vestuario en contra del DT porque ellos no juegan. Tampoco están jugando bien Matheu y Parra. Pero los casos son diferentes. Matheu es el capitán y referente y Parra hizo un gol decisivo con Peñarol. Maxi Velásquez y Cabrera son otros dos casos de rendimientos bajos. Patricio Rodríguez es un caso increíble de habilidad en velocidad sin inteligencia y a Defederico todavía lo están esperando. Para terminar, Hilario Navarro dejó de dar las garantías que daba antes. Fue responsable absoluto del segundo gol de Vélez y co-responsable del gol de River. Esos dos goles le costaron a Independiente cuatro puntos que hubiesen sido de enorme alivio en la tabla de los promedios.

Para el final, los refuerzos. Sigue siendo el tema en el que la gestión Comparada muestra su costado más patético, una gran impericia. En diciembre, se habló de Milito y Denis. Pero no vinieron, como ocurre todos los años. En cambio, Defederico llegó como una estrella, y, la verdad, venía de jugar sólo 26 partidos en Corinthians (dos goles más uno en Copa) entre la mitad de 2009 y en todo el 2010. Además, Independiente debería tener en juveniles algún lateral mejor que Iván Vélez. Jairo Castillo fue echado del Querétaro por “falta de compromiso”, amén de que fue suplente en sus últimos tiempos de Godoy Cruz. Independiente lo trajo aún en estas condiciones, después de haber fracasado en la incorporación del delantero colombiano de 20 años Nazarit y de haber rechazado a Guillermo Franco. Y después de no haber vendido a un arquero ni a Galeano ni a Mareque.
Independiente vivió una primavera que ya terminó. Le llegó el más crudo invierno aún cuando el año recién comienza.