El sábado 10, Leticia Martin, columnista habitual del espacio destinado a escritoras y escritores, publicó un texto en el que hacía público un reclamo a PERFIL por la demora en el pago de sus trabajos para esa sección. El artículo se titula “Nadie lee nada” y su contenido fue rápidamente reproducido de manera viral por las redes sociales y algunos medios, que llegaron al extremo de afirmar que su publicación en el portal de noticias perfil.com había sido levantado poco después, falsedad que los lectores de este medio pueden comprobar clickeando en Nadie lee nada | Perfil.
Cuando un texto de este diario provoca algún grado de conmoción o inquietud, es responsabilidad y misión de este ombudsman abordar el tema pensando en el interés del lector de PERFIL.
No entraré en los pormenores de la columna de Martín porque dejo librado a la decisión de los lectores el profundizar o no, en ella. Sí corresponde que diga algo acerca del reclamo por remuneraciones no efectivizadas durante varios meses. Pedí aclaraciones a las autoridades del diario, pero no obtuve respuesta, lamentablemente. Por lo tanto, busqué una explicación apelando a mis conocimientos, experiencia y análisis de lo que viene sucediendo hace ya largo tiempo con los salarios de quienes trabajamos en medios periodísticos. En otros tiempos, no tan lejanos, las retribuciones eran razonables, ni generosas ni mezquinas. En años más cercanos, dejaron de serlo por múltiples razones; la más evidente, la caída de ingresos en los medios por los rotundos cambios en el comportamiento de las audiencias, que fueron modificando sus preferencias (primero la televisión y la radio, luego los portales de internet y hoy las redes sociales) en detrimento de los medios tradicionales. El precio de mantener una conducta independiente se transformó en una carga pesada para hacer buen periodismo. Y en esa carga, los salarios de quienes practicamos este oficio se fueron deteriorando drásticamente. Al mismo tiempo, se redujeron planteles profesionales y se produjeron cambios en ellos, combinando la tarea en varios soportes.
Por cierto, esto no justifica que se atrase la retribución económica por una tarea realizada, como reclama Martin. La sección administrativa que se encarga de esos pagos debe ponerse el día. En lo que se refiere al monto mensual que debe percibir la escritora/columnista, es materia de otro análisis que excede la función de este ombudsman.
Hace dos semanas, me ocupé de la crisis que está afectando a los medios periodísticos en el mundo, Argentina incluida. Un informe de Reporteros sin Fronteras (RSF), que reproduje parcialmente el domingo 11, se titula “El debilitamiento económico de los medios constituye una de las principales amenazas para la libertad de prensa”.
Señala el artículo publicado originalmente el 2 de mayo, que “mientras la libertad de prensa sufre un retroceso alarmante en muchas regiones del mundo, un factor decisivo, a menudo subestimado, debilita profundamente a los medios de comunicación: su situación económica. Concentración de la propiedad, presiones de los anunciantes o de los accionistas, ausencia, restricción o asignación opaca de ayudas públicas... A la luz de la evolución de todos estos elementos, medidos por el indicador económico de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF), se impone una conclusión: los medios se encuentran actualmente atrapados entre la garantía de su independencia y su supervivencia financiera”.
Aclaro: no se trata de argumentar a favor de PERFIL en el caso de Martin y de otros profesionales afectados en sus ingresos. Sí de registrar esta señal de alarma que vaticina tiempos peores para los medios y para la libertad de prensa.