Existe en sus enemigos una muy baja capacidad de comprenderlo, y aunque deje rastros de sus secretos más potentes, siguen mirando el todo con la tentación del pasado reciente.
En estos enemigos vive el supuesto saber obvio de la profundidad, que sólo navega como discurso por la superficie. Todos los meses esperan con sus bocas salivosas el valor de la inflación y la baja en el consumo de alimentos porque con esos valores nutren su forma repetitiva de observar el mundo. Mientras tanto Macri, en ese mismo tiempo, en el de la inflación y el riesgo del desempleo, recibe a Marcelo Polino, Mariana Brey, Carlos Monti y Angel de Brito para charlar un rato. La jugada es mágica.
El efecto es probablemente el deseado. Sus enemigos producen otra vez una reafirmación que los coloca de nuevo en el sitio que Marcos Peña ilusiona que vivan por siempre. Macri sería un frívolo, poco serio, que piensa más en el espectáculo vacío que en la cultura profunda y que no tendría capacidad intelectual alguna. Unen, en el mismo movimiento, la mala economía con la poca profundidad y allí estaría la receta para prever su fracaso y caída. El camino hacia su desplome podría ser descripto al detalle. Sin embargo, es posible que haya bastante más sin ser marcado en el análisis.
El concepto de economía es en realidad muy genérico. Si bien su peso en la historia de los ánimos de la opinión pública es poco cuestionable, hace tiempo que se ha recurrido a desarmarlo en partes. No se trata sólo de la economía como tal, sino de elementos que hacen en sus respectivos particulares al todo de la economía de los ciudadanos. Aparece evaluada en el análisis la economía en general, pero también la seguridad para sacar un crédito, el miedo a perder el empleo, la capacidad de compra de elementos básicos y las expectativas futuras. Esta apertura muestra en ocasiones sorpresas que tal vez explican un mundo, y ese rol lo juegan hoy las expectativas de la economía hacia el futuro. Este dato, probablemente el más notable a seguir para comprender la capacidad de sobrevivencia del gobierno nacional, es el que se desatiende con frecuencia.
La aparición de los periodistas de espectáculos, como un actor social que dialoga con el Presidente, no debería leerse como el paso hacia una política frívola. Por el contrario, es una apertura hacia una mayor complejidad de actores, y en esa misma acción, quedan reconocidos en su identidad tanto ellos como su audiencia. El gobierno nacional es una máquina imparable de generación de cuadrículas, de construcción de zonas, de bloques, de partes, y para cada una de ellas despliega recetas diversas que intentan sostener esas mismas expectativas. El Gobierno gestiona esperanzas, no inflación.
El espacio público en el que se despliega lo que denominamos como opinión pública no requiere el saber experto o serio, el conocimiento verdadero. Para el sistema político la verdad es un anexo que en ocasiones puede ser útil y en otra dejada de lado, pero de ninguna manera define sus operaciones. La vía de acceso para participar de opiniones en público y de ofrecer puntos de vista sobre temas cuya profundidad es inaccesible para todos nosotros lo permite la complejidad del mundo moderno. Es justamente la variedad y amplitud de opciones temática y simultáneas, aquella que invita a todos a tomar partido y opinar, o como mínimo hacer turismo temático y suponer con ideas. El gobierno nacional no intenta el juego de los serios y expertos, intenta acercarse al juego del hombre común, ese que opina sin parar y con el que simula ir y tocarle el timbre un día cualquiera por venir. En ese hombre y mujer común, la pregunta por la sobrevivencia de sus expectativas y esperanzas es la más interesante y que no se puede responder completamente con la vieja fórmula de la economía.
La paradoja adquiere un carácter no sencillo de ver, pero resultaría que el gobierno de los CEO, insensible supuestamente a las necesidades del ciudadano común, estaría logrando una comunicación más sencilla y comprensible con sus votantes. El gobierno de la provincia de Buenos Aires avanza meticulosamente en obra pública, seleccionando cada espacio, cada momento y haciendo de ese territorio un tablero de control nunca antes ensayado en este país. Mientras tanto sus enemigos se entretienen con los chimentos de Randazzo y Cristina, esos temas muy serios que sólo tratan los expertos.
*Sociólogo. Director de Quiddity.