La pandemia empieza a quedar atrás a medida que las vacunas comienzan a distribuirse. Y esto es una muy buena noticia. Pero la distribución de las vacunas se realizará de forma muy injusta en el mundo. Y esto es una muy mala noticia.
Según un reciente informe de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI, según sus siglas en inglés), que organiza Unicef, los países menos desarrollados tendrán que esperar hasta 2022 para vacunar a toda su población contra el Covid.
El estudio, que fue realizado junto a Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam advirtió que los países más pobres del planeta no han realizado hasta el momento ningún tipo de reserva de vacunas, por lo que dependen completamente del programa del Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (Covax, según sus siglas en inglés), que coordina la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La pandemia empieza a quedar atrás a medida que las vacunas comienzan a distribuirse. Y esto es una muy buena noticia. Pero la distribución de las vacunas se realizará de forma muy injusta en el mundo. Y esto es una muy mala noticia.
Pero el Covax, que funciona bajo la organización de OMS junto a Unicef, el Banco Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, entre otros, permite garantizar alrededor de 700 millones de dosis para estos gobiernos, lo que representa solo el 10% de la población de los países menos desarrollados. Eso significa que 9 de cada 10 personas de los países más pobres del mundo no serán vacunados hasta 2022.
Los países más desarrollados, en cambio, atraviesan otro panorama mucho más alentador. Un reciente paper publicado por la British Medical Journal (BMJ) y difundido por la prestigiosa revista científica Stat News advirtió que los gobiernos de los estados más ricos han garantizado la adquisición del 51% de las dosis de 13 fabricantes de vacunas contra el coronavirus para administrarlos en sus países, lo que representa solo el 14% de la población mundial.
El documento reveló que a mediados del mes pasado, Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Canadá ya habían reservado casi dos mil millones de dosis para una población menor a la cuarta parte del planeta.
La inequitativa forma de acceso a la vacuna, hay que decirlo, no permite dimensionar el gran avance científico que acaba de producirse: en menos de un año de iniciado el Covid, las vacunas empiezan a funcionar para contrarrestar la pandemia.
El filósofo e historiador israelí Yuval Noha Harari, uno de los mejores cientistas sociales contemporáneos, da cuenta de semejante avance. El profesor de la Universidad de Jerusalén recordó que antes de la era de las vacunas un tercio de los niños morían por distintos virus y que los adultos vivían en medio de una era de plagas constantes. En cambio, en la actualidad, las vacunas hicieron un trabajo tan inmenso que ni siquiera es posible imaginar la era de sufrimientos que se vivió en el pasado.
El autor de tres grandes ensayos modernos como Sapiens: De animales a dioses, Home Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI explicó esta semana en su cuenta de twitter que algunas personas no creen en las vacunas porque las ven antinaturales y creen que insertan en nuestro organismo sustancias extrañas que cobran vida propia.
“Pero están equivocados –advirtió Harari–. Las vacunas son una forma efectiva de impulsar nuestro sistema inmunológico porque incorporan gérmenes nocivos que enseñan a nuestro organismo cómo reconocerlos y combatirlos. Las vacunas no se desarrollan en nuestro cuerpo, lo único que hacen es enseñarle a nuestro sistema inmunológico como combatir un germen negativo”.
La inequitativa forma de acceso a la vacuna, hay que decirlo, no permite dimensionar el gran avance científico que acaba de producirse: en menos de un año de iniciado el Covid, las vacunas empiezan a funcionar para contrarrestar la pandemia.
Este filófoso formado en Oxford y en la Universidad de Jerusalén advirtió que esa memoria queda grabada en nuestro sistema inmunológico y si en el futuro este germen vuelve a infectar nuestro cuerpo, se activan las señales para repelerlo fácilmente. “Si tuviera que decir cuál es el mejor invento de la historia, diría que fueron las vacunas”, concluyó Harari.
No importa su procedencia, su fabricante ni el país de origen. Tampoco es necesario concentrase en la (mala) gestión de cada gobierno para acceder a ellas. Y es cierto que no genera esperanza saber que algunos países tendrán que esperar más que otros para acceder a la vacuna. Pero las vacunas terminarán con tanta angustia. Y es bueno celebrarlo después de tanto dolor.
*Doctor en Ciencias Sociales. Director de Perfil Educación. (@rodrigo_lloret)