Karina Rabolini es una de las mujeres más elegantes de la Argentina. En cada una de sus apariciones, hay algún detalle que muestra un cierto diálogo interior, un verdadero goce de la ropa. En los acontecimientos sociales, cuando las revistas de actualidad publican sus tradicionales galerías fotográficas de celebridades, Rabolini se destaca invariablemente por su estilo despojado, casi severo. Es como si en un punto considerara que su cara y su estatura fueran adornos suficientes.
Parece divertirse con la ropa, nunca se equivoca. Cuando hace un tiempo visitó el programa que entonces se llamaba Indomables, conducido por Roberto Pettinato, vestía un austero traje negro de pantalón y saco, con una camisa blanca de piqué… y zapatillas. Sencillas zapatillas blancas con medias blancas, un toque de humor, una cortesía hacia sus anfitriones.
Cuando se la oye hablar de sí misma, en los reportajes, se expresa con una llamativa sencillez, ese dejo aristocrático que tiene la gente de campo. En general habla poco y sólo de sus intereses, que son dos: su marido y su empresa. En momentos más difíciles para él, sus comienzos, Rabolini sorprendió a todos en el programa de Mariano Grondona, cuando reclamó a alguien en la mesa, otro invitado, más respeto hacia Scioli como político, puesto que lo estaba tratando de “motonauta”. Fue un inesperado acto de coraje argentino y también una enseñanza.
Salvo esta ráfaga eventual de protagonismo, Rabolini cultiva un perfil bajo que resulta altamente meritorio considerando su grado de exposición. Cuando se trata de su empresa de cosméticos se la ve más decidida. Y cuando se trata de Scioli, en los actos políticos y los programas de televisión, se limita a mostrar que está de su lado. Con su amiga Teresa Garbesi, todas las semanas practican un deporte infrecuente y vistoso como el remo: no es un secreto, pero de algún modo se las arreglan para eludir a los fotógrafos. A pesar de su intensa vida mundana, Karina Rabolini parece ser una persona discreta.
Ahora es la mujer del gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Su agenda va a tener que cambiar, aunque no necesariamente su estilo. Muchos hacen conjeturas y se preguntan cómo le irá en un lugar tan expectante, ya que por momentos alguien podría confundir su discreción con fragilidad. Habrá también quien la considere frívola, por esos resabios pertinaces del estereotipo: es rubia y fue modelo. Pero ella mostró quién era en aquel programa de televisión, cuando Scioli apenas empezaba su carrera política, y de ella todavía no nos habíamos aprendido el nombre.
Muchos creen que Karina Rabolini es una de las razones de la carrera política de Scioli, y se preguntan cómo habrá hecho él para conquistar a una mujer de ese calibre. La respuesta la dio él mismo hace poco, en un acto público, y con esto mostró a su vez que se merece todo lo que tiene. La primera vez que la invitó a salir la llevó a un recital de Sandro.
*Periodista.