De todas mis desilusiones con el periodismo argento, Perfil es la peor. Es que fui columnista de Noticias en los primeros años del kirchnerismo, cuando Noticias cumplió un papel valioso y resistió la manipulación de la pauta oficial. Qué hizo que cambiaran tanto es algo que no logro explicarme. Como diría el líder de Corea del Centro: querido Jorge, ¿qué les pasó?
Basta leer editorial que me dedicaste este domingo para comprobar esta decadencia y encontrar un compendio de todo lo que en periodismo no se debe hacer. En primer lugar: revelar públicamente el contenido de una comunicación privada; el email que les envié a vos, Gustavo González y Edi Zunino, y que decía: “Queridos ex amigos: Es para comentarles que la actual forma de hacer periodismo de Perfil también me parece desastrosa… Hay que caer muy bajo para lo de ‘el D’Elía del PRO’”).
La diferencia entre lo público y lo privado se enseña en la primera clase de cualquier academia de periodismo y es una de las barreras fundamentales contra el totalitarismo. Quien editorializa semanalmente sobre doctrina liberal debería saberlo. Violarla significa además convertirse en un medio incapaz de proteger un off-the-record o la confidencialidad de una fuente. Espero, al menos, que enseñen esto en la diplomatura de periodismo de Perfil, junto a la diferencia entre un email y un tweet.
Esa revelación indigna dice más de la calidad desastrosa del periodismo que hoy ejerce Perfil que cualquier cosa que pueda yo agregar. Comenzaron comentando la polémica que sostuve con María O’Donnel con esta bajada: “El diputado electo de Cambiemos no soportó las críticas hacia el Gobierno y arremetió contra la reconocida periodista. ¿Es el D'Elía del PRO?”.
“Reconocida periodista… critica”, de un lado. “El D'Elía del Pro… arremete”, del otro. De Corea del Centro a Corea del Norte. En un renglón. Y no, Jorge querido. D’Elía es un patotero violento que tomó comisarías y participó del vergonzoso pacto de impunidad con Irán. Y yo, mal o bien, fui uno de los pocos que lo enfrentaron en los medios y la calle cuando estaba en la cima de su poder. Que no puedas ver la diferencia es un desastre periodístico. ¿Te gustaría que yo preguntara “¿Se financia Perfil en la ancha avenida del medio?”, o “Es la Noticias de Zunino el nuevo Pagina12?”?. Todos podemos jugar este juego. Es fácil, y desleal.
O’Donnel sostuvo, en Intratables, que existía en el país un “clima macartista” creado por el “núcleo duro macrista”. Pero la principal acción del macartismo fue dejar sin trabajo a los opositores al gobierno estadounidense. Por lo tanto, que en el programa político más visto de la TV argenta hable de “clima macartista” una periodista que trabaja en cuatro medios, incluyendo la TV pública, donde comparte cartelera con Anguita, Manguel y Hebe, es periodismo desastroso. Y victimizarse presentando esa crítica como agresión demuestra que María no es capaz de contestar el argumento.
Y llovieron las réplicas indignadas, desde luego. Algo que no sucedió cuando -también en Intratables- el massista Pignanelli, presidente del Banco Central de Duhalde y dirigente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas hoy, me increpó. “Tenés caca en la cabeza. Dejá de jorobar con el peronismo. Cuando hablás te sale la mierda que tenés en el cuerpo”, dijo. Y agregó, fuera de cámara: “Conmigo no te metás. No sabés de dónde vengo. Si querés, te pego un tiro”; como reconoció en un programa de Radio Cooperativa.
¿Cómo es que semejantes barbaridades no fueron jamás repudiadas por uno solo de mis colegas, mientras que si yo uso el adjetivo “desastrosa” merezco ser igualado con D’Elía? La respuesta explica muchas cosas, como la absurda opereta armada por Verbitsky alrededor de Maldonado, con linchamiento moral y pedido de renuncia de la ministro Bullrich incluida. Un delirio que hipnotizó al país por meses y que solo fue posible porque Corea del Centro se asoció al relato de una supuesta desaparición forzada de la que sigue sin haber una sola prueba. He allí el persistente todoeslomismismo de Perfil, que intenta confundirme con D’Elía para igualar a la mafia que gobernó este país por doce años con un gobierno que, bueno o malo, es eso: un gobierno, y no una organización delincuencial.
Pero lo que más me duele es tu acusación de oportunismo “Iglesias logró, con una retórica provocadora, instalarse como vocero confrontativo de Cambiemos en los medios. Y gracias a esos servicios, ser candidato a diputado”. Mi retórica provocadora, si querés llamarla así, es la misma de siempre. Y no es servicio a nadie, sino convicción. Desde una banca y desde el llano. Con fueros y sin ellos. Cuando en 2015 alguien me dejó fuera de las listas y cuando otro me llamó este año. Podés rastrearla en innumerables programas de TV, en los artículos que escribo cada semana, en mis doce libros publicados y hasta en tus propios diarios y revistas. Fijate bien, porque antes te gustaba, y no fui yo el que cambió.
Con esos mismos principios vuelvo a la política a recibir insultos y ganar como diputado menos que en estos últimos años (vamos juntos a la AFIP a comprobarlo, cuando quieras), y mucho menos de lo que ganaría armando tres quinchitos periodísticos. Tres. Son los mismos principios con los que entré al Congreso en 2007 y me dejaron afuera en 2011. Fue el año en que la Coalición Cívica sacó 1.8% y Cristina llegó al 54%. El mismo año, 2011, en que Verbitsky ganó el premio Perfil a la Libertad de Expresión. ¿Te acordás?
Pero es inútil. Para los ciudadanos de Corea del Centro la imparcialidad significa equidistancia entre los delincuentes y quienes se jugaron la vida denunciándolos, y equilibrio significa medir con la vara de África al kirchnerismo y con la de Suiza a Cambiemos, con la esperanza de que así midan igual. Que creas, además, que una “retórica provocadora” es la mejor manera de ganarse un lugar como diputado de un partido, el PRO, cuyo numen comunicacional es Durán Barba, solo puede ser fruto de que no leas las notas que Jaime publica en tus propios medios. Aunque de no leerlos ya, querido ex amigo, no te puedo culpar. Nos pasa lo mismo a muchos, hoy.