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El pos-Guzmán

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Otra liga. Martín Guzmán cómplice con Stiglitz junto a Georgieva, Jeffrey Sachs y John Kerry en Roma. | cedoc

Crece el fuego “amigo” contra el ministro de Economía y su principal apoyo, Alberto Fernández. Hebe de Bonafini salió a criticar la inflación contando su costosa experiencia en una carnicería y reclamando saber cuánto gasta el Presidente en alimentar a su perro Dylan (sic). Guillermo Moreno, quien ya había repetido cada vez que pudo que Alberto Fernández era neoliberal, renovó sus críticas diciendo ahora que la responsabilidad del mal manejo de la economía es también de Cristina Kirchner por haber elegido a su compañero de fórmula sin consultar al partido, además pronosticó una derrota electoral del Frente de Todos este año. Probablemente, la propia Cristina Kirchner haya podido comprender que se hundiría también con Alberto Fernández en un eventual naufragio presidencial. Y habría hecho circular otra versión en la cual Alberto Fernández se habría enterado junto con ella mientras hablaban por teléfono del anuncio del relevo del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, al ver ambos en los zócalos de los canales de noticias la información. La versión sacaría responsabilidad del Presidente en la controversia dejando de ser una interna entre ellos.

Un ministro de Economía de hablar suave puede ser quien tenga mayor firmeza en sus ambiciones 

En todas la interpretaciones sobre el conflicto entre el subsecretario de Energía y el ministro de Economía primó la idea de un Martín Guzmán inexperto en política y falto de calle argentina que no entendió que el puesto de Basualdo era un territorio asignado al kirchnerismo, ni que el organigrama de cada ministerio estaba loteado en proporciones a los aportes de cada sector a la coalición gobernante y que el ministro de Economía carecía de autonomía para remover sus funcionarios como tampoco la había tenido para nombrarlos.

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Pero otra hermenéutica es posible. La de un Martín Guzmán más experto que los jugadores locales, cuyo partido no se agota en este gobierno ni en la Argentina actual. Esta hipótesis conjetura sobre un ministro de Economía con verdaderas ambiciones políticas. Quien, sabiendo que no podía despedir a un subsecretario sin autorización del Instituto Patria, a propósito fue a provocar al kirchnerismo. Con múltiples fines que nada tendrían que ver con la no continuidad de Basualdo, quien habría sido solo una excusa para:

1) Empujar a Alberto Fernández, obligado a dar alguna señal a favor de su ministro ya que no podía hacer renunciar a Basualdo, a acelerar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para antes de las elecciones.

2) Lograr lo que más le importa y para lo que vino a la Argentina en esta etapa: asociar su nombre a un hito en materia de negociación con organismos mundiales de crédito donde por primera vez se quiebren las resistencias del Fondo Monetario Internacional (su vocero, Gerry Rice, salió ayer a defender la sobretasa de interés a las grandes deudas pendientes) y, de lograrlo, se siente precedente para las negociaciones de futuros países que puedan apelar a la “doctrina Guzmán”.

3) Con ese logro, honrar en la práctica la prescripción de su maestro, antagonista mundial de los funcionarios de los organismos de crédito internacionales con los que ha venido polemizando por décadas desde que fue economista jefe del Banco Mundial entre 1997 y 2000, el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, profesor de la Universidad de Columbia y presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente de los Estados Unidos.

4) Volver a la vida académica en Nueva York con el problema que vino a solucionar resuelto dejando a los economistas del Instituto Patria  que se arreglen con la bomba que ellos mismos ceban y que combina alta inflación, falta de competitividad, nula generación de empleo, pérdida del salario real y estancamiento de la economía.

5) Que las responsabilidades sobre el fracaso de la economía doméstica queden simbólicamente en cabeza de las “kicillonomics” que interfirieron en su plan. Dejando en manos de otro equipo económico (¿el de Martín Redrado?) la tediosa tarea de lidiar con la indisciplina local una vez que Cristina Kirchner haya comprobado que en esta tercera década del siglo no existen los recursos materiales para repetir las medidas implementadas entre 2013 y 2015, cuando Kicillof fue ministro de Economía. (Ver reportaje a Álvarez Agis)

6) Finalmente, con solo 38 años, y sin consumirse su capital simbólico en los problemas estructurales actuales de la economía argentina,  Martín Guzmán quedaría posicionado por varias décadas para volver a ser ministro de Economía en el momento oportuno, cuando se den condiciones de producir los cambios necesarios para que la Argentina se desarrolle. Y luego de ese eventual éxito también en esa materia, aspirar a ser presidente, superando los intentos infructuosos de Cavallo, López Murphy y Lavagna.

Un acuerdo especial con el FMI sería un diploma internacional mayor que haber vencido la inflación

Como siempre sucede en estas especulaciones prospectivas, el cuadro de hipótesis parte de la realidad actual congelada, proyectada, cuando sabemos que el futuro es esencialmente imprevisible, como lo demostró una vez más el surgimiento de esta pandemia, y que los demás no hacen nada para impedir el plan del actor principal de estas hipótesis.

No obstante, los políticos argentinos, del oficialismo y de la oposición, contribuirían a cubrirse mejor asignándole a Martín Guzmán más pericia política de la que creen que posee para no tener que llevarse una sorpresa.