COLUMNISTAS
OPINIONES

El que sabe, ¿sabe?

20180714_1325_columnas_36864588_2156965664332443_8421377217489010688_n
debate. Hoy se traslada el conocimiento de alguien a otros ámbitos. | afp

Hay personas que dedican su vida a perfeccionarse en una determinada área del conocimiento, volviéndose expertas en el campo en cuestión. Son especialistas que pueden encontrarse en diversos campos: desde las ciencias hasta las actividades artísticas, pasando por conocimientos técnicos específicos, como la reparación de automóviles o la instalación de conductos de agua en una vivienda. Si tenemos alguna duda, tiene sentido recurrir a ellos. No podemos ser expertos en todo, y a veces es necesario acudir a especialistas. Su opinión es calificada, porque es un juicio respaldado por años de experiencia. Así, cuando tenemos alguna enfermedad, vamos al médico; cuando queremos saber si lloverá el fin de semana, acudimos al servicio meteorológico; y cuando necesitamos un consejo legal, le preguntamos a un abogado.
No obstante, hay un error que actualmente está instalado en el debate público. Consiste en trasladar la pericia de alguien en un cierto campo a otras áreas del conocimiento. Es decir, se asume que, como una persona es especialista en un determinado tema, entonces tiene gran conocimiento sobre otras disciplinas. Con frecuencia vemos actores, cantantes, deportistas, líderes religiosos y demás personalidades hablando sobre economía o políticas públicas, y pensamos que sus opiniones sobre estos temas tienen algún grado de calificación. Es usual, por ejemplo, que un periodista, al entrevistar a un artista, le pregunte lo que piensa sobre la realidad política y económica del país. Esto a veces transmite la idea de que hay algo especial en su opinión, en el sentido de tener mayor jerarquía que la de cualquier ciudadano. Sin embargo, aunque pueda tener conocimiento indiscutido sobre su campo, su opinión sobre la coyuntura nacional tiene la misma jerarquía que la de cualquier persona.
La única diferencia es que los famosos pueden expresarla en los medios de comunicación.
La misma confusión se produce a veces en el contexto de las campañas electorales. Un gran deportista tiene una experiencia indiscutida en su actividad, pero eso no implica que vaya a ser un buen dirigente. El desempeño de un artista puede ser admirable, pero no por eso está mejor preparado para asumir un cargo político. Y un prestigioso novelista no tiene por qué tener vasto conocimiento de políticas públicas.
Por supuesto, un famoso puede adquirir pericia en temas ajenos a su campo. Es perfectamente posible que alguien así estudie y se forme para afrontar nuevos desafíos en otras áreas. El punto es que esta preparación adicional es necesaria en igual medida que lo es para cualquier ciudadano de a pie. Tarda lo mismo. No empieza con ventaja.
Por otra parte, debe tenerse especial cuidado en ciertos contextos, en los que por su naturaleza es fácil confundir diferentes áreas del conocimiento. Ha ocurrido, por ejemplo, que a un especialista en aeronáutica se le pregunte sobre la situación financiera de la aerolínea de bandera, que a un experto en educación se le pregunte si la educación religiosa en los colegios púbicos vulnera la Constitución, o que un médico experto en desnutrición infantil se explaye sobre cuál es la mejor forma de reducir la pobreza. No obstante, un especialista en aeronáutica no necesariamente lo sea en finanzas, un experto en educación no necesariamente lo sea en derecho constitucional, y un prestigioso médico no necesariamente sepa mucho sobre qué políticas económicas son más propensas a reducir la pobreza. Quizá tengan opiniones interesantes también sobre esos temas, pero no son, hablando estrictamente, opiniones calificadas.
Estas consideraciones son relevantes para formar una cultura pública más madura. Sólo requiere incorporar una simple regla: es posible que un experto en un área tenga opiniones absurdas en otras.

 *Profesor, Escuela de Derecho, UTDT.