Es un hecho que el cambio político en Argentina ha generado expectativas favorables en el resto del mundo. Muestra de ello son la recepción positiva del presidente Macri en Davos y las próximas visitas oficiales del primer ministro de Italia, Renzi, y del presidente de Francia, Hollande. Estas visitas marcan un cambio histórico.
El último primer ministro italiano que visitó Argentina fue Prodi en 1998, hace 18 años, acompañado por 300 empresarios. En esa ocasión se firmó con Menem un Nuevo Tratado de Amistad y Cooperación; éste actualizó lo que Susana Agnelli definía como “Gran Tratado”, subscrito en 1987 entre Alfonsín y Goria. El último presidente francés que visitó Argentina fue Chirac en 1997, como parte de una gira a América del Sur que incluyó a Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Diez años antes, Mitterrand había visitado Buenos Aires, Lima y Montevideo.
Desde finales de los noventa, Italia y Francia no sólo dejaron de venir a Argentina, sino que se desentendieron de la región. El anterior presidente francés, Sarkozy (2007-12), apenas viajó en dos oportunidades a Brasil y en una a México con el interés de cerrar acuerdos de venta de material militar. En Italia cuesta encontrar instituciones dedicadas a la relación con la región, más allá del alicaído IILA (Instituto Italo-Latinoamericano), organismo internacional pionero, que cumple 50 años de existencia. Fue creado por Italia y veinte países de la región para “asistencia recíproca y acción común en los sectores cultural, científico, económico”. España, histórica vocera de la región en Europa, también mantuvo cierta distancia de la región. Si bien lanzó la Secretaría General Iberoamericana en 2005, dedicándole importantes fondos, los mismos fueron disminuyendo a partir que la crisis avanzaba. Ni Zapatero (2004-11) ni Rajoy (2011-6) han tenido una agenda de visitas poderosas a los países de la región: no superaron la media docena cada uno. Un abismo los separa de sus antecesores, Felipe González (1982-96) y Aznar (1996-2004), que visitaron todos los países de América Latina durante sus gobiernos.
El vacío dejado por Europa lo ocupó China. Pero algo parece estar cambiando en Europa. Renzi en octubre de 2015 visitó Cuba y Colombia, por primera vez en la historia, y Perú, luego de 70 años que no lo hacía un primer ministro italiano. Por su parte, Hollande designó como su enviado personal para America Latina a Jean Pierre Bel, ex presidente del Senado, que reconoció que Francia tiene que volver a pensar en América Latina en los ambiciosos términos del histórico viaje de tres semanas de De Gaulle, en 1964, a diez países de América del Sur y México. Además, la negociación del Acuerdo Estratégico entre UE y Mercosur avanza, luego de más de 15 años. América Latina y Argentina, en particular, tienen mucho que ganar reseteando su relación con Europa. Lo mismo es válido para los países europeos. El aislamiento del mundo al que se sometió nuestro país en los últimos 12 años fue, sin duda, una de las causas del derrotero económico. En estos tiempos inciertos y difíciles estar cerca también de aquellos con los que nos unen lazos históricos y culturales, es estar mejor preparados para el porvenir.
* Economista. Desde París.