Bajo el título Preguntas que vienen del fondo del tiempo, en abril de 2012 PERFIL ofreció un anticipo de mi libro La espada asesina, sobre la Biblia.
Tal adelanto desencadenó varias protestas reflejadas en el Correo Central. Un lector aseguró que estuve “inspirado por el príncipe de la mentira”; otro, que me hago llamar historiador “pero con muy pocas características de serlo”; un tercero afirmó que la Biblia es “una sinfonía de colores”, en contraposición a mi postura de que es un compendio de violencia y fantasía. Otro llegó a dar gracias a Dios de que yo “no tuviera poder” porque “seríamos víctimas de su odio y ser enterrados por nuestras ideas”. Pero a ninguna de esas personas se le habría cruzado hacer lo que hizo Raúl Castells: boicotear la presentación del referido libro, en una Feria del Libro y nada menos que en la sede de una institución dependiente del gobierno del Chaco denominada Casa de las Culturas.
El viernes 2 de agosto, una turba compuesta de unas sesenta personas lideradas por aquel dirigente piquetero se concentró en el espacioso hall de la Casa de las Culturas. A los gritos, insultos y empujones exigieron desarrollar cierta actividad en la misma sala y a la misma hora en que me disponía a presentar mi trabajo.
Y, bajo presión, lo lograron.
Hasta hoy no ha podido establecerse fehacientemente por qué Castells y los suyos actuaron como lo hicieron. El tema de mi libro –la Biblia– es un rubro distinto al que ellos manejan y donde ellos se mueven, por lo que no debería haber colisión alguna.
De todas maneras, circunstancias como éstas dan pie para recordar que no se puede quemar ni encarcelar las ideas, y que el pensar es un santo oficio. El más bello privilegio de la especie humana es la libertad de pensamiento y de conciencia. Costó siglos y ríos de sangre conseguirla.
Lamentablemente, aún queda gente que cree que aquel que piensa distinto es un enemigo.
*Escritor.