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El sutil encanto del diálogo peronista

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 La amplia ventaja obtenida por Mauricio Macri provee el argumento eficaz del que carecían hasta ayer bolsones dirigenciales preparados para dar en  estos días un giro copernicano que les permitirá seguir permaneciendo en el espacio del oficialismo aún cuando el actual comience a preparar la mudanza hacia la oposición.
Pero disipa también la principal incógnita pendiente en los planes de ambos sectores cuyo efecto se hará sentir especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde habita casi la mitad de la población total del país y se concentra un tercio del padrón electoral.
El triunfo fortalece la legitimidad de María Eugenia Vidal para negociar con Sergio Massa y Margarita Stolbizer un acuerdo de gobernabilidad desde una amplia coalición parlamentaria en la Legislatura bonaerense. Por ese   motivo  mutó  del modesto objetivo original, una reforma política con el voto electrónico como mantra de la transparencia, a la ambiciosa expectativa de desplazar al Frente para la Victoria de la conducción de ese Cuerpo.
Con 54 votos propios sobre 92 en la Cámara de Diputados supera la mayoría de la mitad más uno necesaria para el quórum (47) y queda a 7 de los dos tercios imprescindibles (61) para analizar eventuales endeudamientos del Estado provincial.

La estridente Mónica López, Jorge Giacobbe, Ricardo “Minimo” Iriart, Guido Lorenzino, Darío Goliá y hasta el  piquetero Fernando “El Chino” Navarro podrían ser el núcleo que contribuya a lograr esa mayoría especial como penitencia de arrepentimiento. Todos fueron objetores del supuesto neoliberalismo de Macri.
 Es con lo que especulan quienes moldean el acuerdo sin intervención de la Legislatura pero con sus delegados atentos a  la orden de entrar en acción y agrandar  la lista: Manuel Mosca (PRO), Jorge Sarghini (Frente Renovador) y Marcelo “Oso” Díaz (Frente Alianza Progresista).
 El exceso de confianza que le provocó traspiés entusiasma a Massa para  desgranar los 37 representantes del kirchnerismo en esa Cámara, donde al menos 10 de los 15 de La Cámpora responden a José Ottavis. El mismo que después de las PASO revisó su alineamiento con la precandidatura a gobernador de Julián Domínguez para auto postularse como ministro político de Aníbal Fernández, su vencedor.

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 Desenlace que concentra la atención de los intendentes peronistas del Conurbano que resistieron la ola del cambio. Massa pretende postularse ante ellos como la llave hacia una Legislatura donde no tienen representación para defender sus intereses en el futuro que se delineará en ese ámbito. ¿Se plegará Ottavis o tratará de emularlo?
La duda inspira el cambio de piel del oxidado PJ bonaerense. Juan José Mussi trabaja en la metamorfosis  de su hijo y jefe comunal  de Berazategui, Juan Patricio, al frente de un lote de pares del Interior que levantarán el veto a Martín Insaurralde como medida preventiva a un eventual retorno de Massa y rendirán funerales poco honrosos al señalado como mariscal de la derrota: su presidente, Fernando Espinoza.
El intendente  de Lomas de Zamora lidera una corriente que reúne a los de Esteban Echeverría, Almirante Brown, Merlo y Hurlingham: Fernando Gray, Mariano Cascallares, Roberto Meléndez  y Juan Zabaleta. Y a la que urgen sumarse patrullas perdidas del núcleo duro del ex oficialismo: Verónica Magario (La Matanza) y Jorge Ferraresi (Avellaneda).
 Insaurralde se propone eludir el abrazo del PJ y ser arrastrado por la ansiedad de Massa.  Como el resto de los peronistas que no fijó posición con el nuevo escenario, estima tener al tiempo de aliado para convertirse en interlocutor del grupo que representa ante la gobernadora electa. Sospecha que la victoria de Macri habilita a pensar en un período de ocho años. Uno de los sutiles encantos que merodea el nuevo diálogo peronista.

*Analista político.