Una nota en Página/12 decía que los subsidios energéticos en el país están por debajo de la media mundial. La lista contenía a un solo país latinoamericano, cuyo total neto de subsidiado es menos de la mitad que el nuestro, pero si se toma per cápita, su escasa población lo sobrerrepresenta. El resto de países triplicaban en algunos casos nuestro PBI, o tienen un sector pujante que absorbe casi el 20% del empleo. Lo más endeble de la nota: en Argentina no hay evidencia empírica del derroche que atizó Macri para legitimar el tarifazo.¿Quién no veía en las calles antes de este, sin perjuicio de pertenencia social equipos frío -calor en cada cuarto de una vivienda, locales sobreclimatizados, o el ritual de porteros “manguereando” ríos de agua potable en las aceras? Surrealista para cualquier extranjero. Para falsear que el aumento de tarifas persigue ahorro energético no hace falta tanto, el Ejecutivo esperaba que el aumento enfríe la economía. Sin embargo, lo más sólido del texto inquieta: la demanda energética es inelástica, variando más por el clima que por las oscilaciones de precio. La gente traslada el tarifazo a otros bienes.
Las pymes y el comercio, sacudidos por todos los frentes: a la caída del consumo se suma el incremento de costos por las tarifas y la devaluación, que con tasas al 40% auguran una tormenta perfecta. La estanflación resultante troca el paradigma de falsa abundancia energética que tanto nos dañó por pobreza que se dice combatir.
El Gobierno erró en todo. Diseñó una escalera de tarifas para cerrar la brecha de precios a costos que se hubieran reducido con un mercado mayorista competitivo. Lejos de establecer contratos de mediano y largo plazo para el gas, con suministros extras de GNL, fijó un valor arbitrario y excesivo de incentivo de 7,5 US$/mmbtu en 2016 a Dow y a Shell. Un peso pesado de Vaca Muerta afirma que con 5 US$ se cubrían costos. Puso un valor de 5,2 para gas de usina, y sostuvo en exceso el precio del crudo y del fueloil. Pagó muy cara la energía emergencial eléctrica que surge de la Resolución 21/2016, lo que aumenta el costo de generación este año; lo mismo vale para los contratos de renovables que firmó Cammesa en los programas Renovar; los subsidios que pagará el Estado a los nuevos generadores (indexados en dólares) pesarán sobre el Tesoro o sobre quienes ya sabemos.
En medio de la inflación de costos, la auditoría de activos regulatorios por parte de los entes espera a controladores que eran controlados hace nada. Un festival de puertas giratorias; el presidente de Enargas viene de Engie, el vice de TGS, el vocal 1ero. de Techint...
Karma o condena estructural de la Argentina. En la adversidad, el Ejecutivo da más señales de torpeza que su predecesor para capear crisis autoinfligidas y azuza la pesada herencia como relato.
Niega el diálogo por oportunista y demagogo, el mismo por el que pataleó cuando le fue negado. Ofende gratis, pidiendo a otros sacar impuestos locales, mientras declara la intangibilidad del impuesto más regresivo del país. Desperdicia chances. La ley de basura 0 fue una foto electoral discontinua que nació en 2007 en CABA que pudo generar por reciclaje un descomunal ahorro energético, como en la UE, de transformarse en política de Estado con el impulso transterritorial de la victoria de 2015. El veto eventual a una discusión sobre tarifas, la votación ¿ganada? el miércoles con toda la oposición en contra que troca quema de basura por energía de mala calidad son metáforas de la “buena onda... de a veces” de un Cambiemos que vende como gestión aquí lo que es último recurso en el Primer Mundo. Habrá, en el corto plazo, que contractualizar demanda asegurando condiciones sostenibles entre productores y consumidores. Promover la instalación de terminales GNL, fomentar renovables y programas de ahorro comunal y doméstico. El largo plazo... Un acertijo que siempre nos interpela, pero sobre todo, al Gobierno.
*Geógrafo UBA. MA, UA. UNY.