Al dejar de lado mi aspiración de ser candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires intenté no ser un obstáculo en el armado político que llevan adelante el PRO, la UCR, la Coalición Cívica, Espacio Abierto y otras fuerzas del campo democrático.
Son escasos los días que faltan para la presentación de las listas para las PASO. A esta altura, la oposición ya debería haberse presentado unificada bajo un acuerdo programático. Pero pasa el tiempo, y vemos que en la provincia de Buenos Aires el oficialismo se fortalece, sus candidatos se definen, arman acuerdos y suman dirigentes. Mientras tanto, la oposición permanece desunida. El tiempo apremia.
Considero fundamental la “batalla electoral” en la provincia de Buenos Aires, un territorio vasto, complejo. Su peso electoral es decisivo ya que sobre un padrón de 30 millones de votantes, tiene 12 millones de electores. Significa que si el oficialismo gana en la Provincia, fortalece sus chances de triunfar en el país.
Pero no es sólo gravitante por esta razón. Es clave para la gobernabilidad de un país. No veo posible gobernar la Argentina si antes, ya de antemano, se ceden la provincia de Buenos Aires y, en particular, los distritos del Conurbano, que son las puertas del gobierno federal.
Por eso ceder Buenos Aires e ir a la elección sin controlar la fiscalización del Gran Buenos Aires es engañar al electorado, porque no se le garantiza el control de su voto.
Hay quienes piensan que la gobernabilidad del país la da el sindicalismo. No es así. Los sindicatos siempre negocian para bien de sus asalariados, para lograr qué es mejor para cada actividad, por lo que para un presidente no representan un problema. La gobernabilidad real se encuentra en la provincia de Buenos Aires, por eso es importante que podamos armar una propuesta electoral sólida en los distritos, en especial, en el Conurbano. No es hora de ambiciones personales.
*Intendente de San Isidro.