Finalmente el día ha llegado. En la Argentina, mañana por la tarde, se habrá de producir un hecho histórico por su trascendencia y su singularidad. Trascendente por lo que significa en nuestro país el que se cumpla un término constitucional por el cual un presidente electo traspasa el cargo a otro presidente igualmente electo por el voto popular. Singular por el hecho de que esa sucesión sea protagonizada por un matrimonio, algo que no registra antecedentes en nuestra historia.
Este es uno de esos momentos en el que se impone una visión tipo bisagra de los acontecimientos que jalonan la realidad. Mirar para atrás significa, en este caso, comprobar que, luego de la monumental crisis política, económica y social de 2001-2002, el país presenta signos claros de recuperación y, a la vez, de subsistencia de situaciones críticas. Entre estas últimas, está la de la baja calidad institucional. La mirada hacia adelante conlleva siempre la actitud de la esperanza en que quienes asumen la responsabilidad de conducción de la Nación, comprendan claramente la dimensión de los problemas a la búsqueda de cuya solución deberán abocarse.
En este sentido, uno de los desafíos más importantes de la Argentina es el de la construcción de la república. En efecto, tenemos democracia pero aún no tenemos una república sólida. Este, tal vez, es el déficit más severo que deja la administración de Néstor Kirchner cuya vocación en pos de ese objetivo fue tan escasa que se acercó peligrosamente a la nada.
Cristina ha hecho alusión al tema en varios de sus discursos. Ahora llega el tiempo de los hechos. Su gestión será la que nos indique si esas habrán de ser sólo palabras o si, por el contrario, esas palabras se traducirán en acciones de necesidad imperiosa para la construcción de un país con instituciones mejores que signifiquen una mejor calidad de vida para la ciudadanía.
La semana que terminó le deparó un disgusto al matrimonio presidencial que estaba esperanzado y confiado en que el Senado les votaría la ley de Emergencia Económica a la que tanto se han aferrado. Como decíamos el último domingo, la urgencia en aprobar esta ley buscaba evitar el costo político que para la Presidenta tiene promulgar una ley a la que nunca votó como senadora. Esto no pudo ser. Seguramente el hartazgo por el manejo verticalista –que antiguo suena esto, ¿no?– hizo eclosión en la sesión de la Cámara alta el miércoles pasado. La decisión de los senadores justicialistas Carlos Reutemann y Rubén Marín de no dar el número para llegar a los dos tercios que se necesitaban para aprobar el proyecto sobre tablas, disgustó a los Kirchner quienes, seguramente y a su debida hora, les pasarán la factura a los protagonistas de este desplante tan notorio. De hecho, como lo decían por lo bajo algunos “compañeros” que profesan por el ex piloto de Fórmula Uno el cariño del limón, esta actitud fue la de mayor notoriedad que hasta aquí tuvo Reutemann, a quienes sus pares recuerdan navegando por los laberintos de Internet durante buena parte de las sesiones a las que asistía con gesto de marcado aburrimiento. Así las cosas, queda como “tarea para el hogar” para el nuevo Senado la aprobación de la ley de Emergencia. Hay que decir que, si todos los legisladores del oficialismo asisten, habrá el número más que suficiente para que se la vote. La pregunta ahora es la siguiente: ¿Qué hará Cristina? La promulgará o dejará que entre en vigencia automáticamente. Al día de hoy, esta es la posibilidad más probable visto la molestia creciente que le produjo a la presidenta electa la exposición de su contradicción.
Nota del autor: Hablando de la mala calidad institucional. Un episodio bochornoso es el que se ha producido en las provincia de Buenos Aires con el escrutinio definitivo. Los testimonios son contundentes no sólo en relación a la dificultad del recuento sino también a las anomalías denunciadas durante la jornada electoral, el 28 de octubre pasado. En los próximos días van a haber presentaciones judiciales relacionadas con esta situación.
La experiencia ha sido suficientemente clara y contundente como para que se vuelva a repetir. Uno de los hechos que generó más problemas fue el de la existencia de las listas colectoras, estimuladas por el oficialismo, que fueron fuente de confusión para el electorado. El otro hecho fue el de las irregularidades referidas a la desaparición y destrucción de boletas de los partidos de la oposición.
Esto ni al Presidente ni a la presidenta electa les preocupó. ¿Dónde está, pues, su compromiso con la demanda de una mejor calidad institucional?
Mientras esto pasa en el ámbito presidencial, la serie de recambios que se produce en este fin de semana nos lleva a prestar a atención al devenir de los acontecimientos en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal.
Los días previos a esta fecha tuvieron su buena carga de tensión. Scioli y Macri tienen buena química. Es más, sus visiones de la realidad coinciden en muchas más cosas de las que reconocen en público. La reunión entre los dos era un hecho lógico, no sólo producto de la natural consecuencia de vecindad de los territorios que gobernarán sino también de estricta necesidad. La realidad viene demostrando, desde siempre, que la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense deben ser entendidos como un área que, en su conjunto, comparte gran cantidad de problemas. Por lo tanto, se impone el trabajo mancomunado de las dos administraciones. Diariamente se mueven millones de personas de uno al otro lado de la Avenida General Paz. Son multitud los bonaerenses que se atienden en los hospitales porteños. A su vez, son miles las toneladas de basura de la Capital que se depositan en la provincia.
A pesar de todo esto, la reunión entre los dos no se produjo. La razón, muy simple: a los Kirchner eso no les gustó. Y entonces Scioli, que no quiere tener problemas con ellos, dijo no. Pregunta: ¿A partir mañana, cuando los dos ya sean autoridades de sus respectivas jurisdicciones, tendrán que pedirle permiso a Cristina cada vez que quieran reunirse para tratar algún problema que los afecte?
Scioli y Macri reciben administraciones endeudadas. Saben del recelo que los dos les producen a los Kirchner y su entorno. Los dos tienen ambiciones presidenciales. Tendrán que manejarse con extrema prolijidad. En ese sentido, llama la atención la composición de sus respectivos gabinetes que están lejos de conformar una lista de notables. Al respecto, algunas de las designaciones de Macri de personas que presentan situaciones judiciales cuestionables parece responder a la lógica del sin sentido. ¿Eso es PRO?
Las representaciones que se están dando cita en Buenos Aires para participar de la ceremonia de la asunción presidencial de Cristina Fernández de Kirchner y el contexto internacional le han terminado de dar a este acto una trascendencia extraordinaria. Veamos.
El indiscutible impacto que ha tenido la difusión de la imagen y la carta de de la ex candidata a la presidencia de Colombia Ingrid Betancourt, secuestrada en la selva por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde 2002, ha movilizado a todos los que pueden hacer algo por ella y por el resto de los secuestrados.
A esto se debe agregar, a su vez, la dramática apelación que hizo el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, al líder de esa agrupación guerrillera, Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”, pidiendo la liberación de los cautivos por razones humanitarias, y la carta que le envió al presidente Néstor Kirchner solicitándole ayuda para reabrir las negociaciones que permitan el logro de ese objetivo supremo. Tamaña presión ha hecho que el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, haya accedido a fijar una “zona de encuentro” en la que puedan reanudarse las negociaciones entre el gobierno y la guerrilla colombiana con la participación de algún mediador.
Pues bien, el destino ha querido que todos los protagonistas de estas iniciativas se den cita en Buenos Aires en estas horas. Por lo tanto habrá que seguir con mucho detalle las conversaciones que se produzcan entre el presidente Uribe y Lula, otro de los posibles mediadores en el conflicto. Por otra parte, habrá que prestar atención a los movimientos del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien su par de Colombia eliminó súbitamente de la negociación: Chávez era y es el negociador preferido de las FARC. La presencia en nuestro país del primer ministro de Francia, Francis Fullon –hacía años que un primer ministro galo no pisaba la Argentina– tiene que ver con este drama, con el llamamiento del presidente Sarkozy, con un reconocimiento a la política de Derechos Humanos del gobierno de Kirchner, con la recuperación económica del país y con las futuras negociaciones por la deuda con el Club de París.
La Argentina tiene una necesidad imperiosa de solucionar este asunto al que no es ajeno el Fondo Monetario Internacional. Por eso es que la presencia en Buenos Aires del director gerente del FMI, señor Strauss-Kahn- hecho altamente inusual para este tipo de ceremonias- es un dato significativo. Hay que recordar que las normas requieren que, para llevar adelante las negociaciones con el Club de París, hace falta un aval por parte del Fondo. Néstor Kirchner se ha negado sistemáticamente a ello. En el nuevo período presidencial la tarea será cómo hacer que esa participación se haga de forma tal que parezca que no existe. Suena medio ridículo pero es así.
Mención al margen merece la, hasta ahora, confirmada asistencia del presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez. ¿Habrá reunión personal entre Cristina y Tabaré? A estas horas parece una tarea propia de la serie Misión imposible. ¡Increíble!
Nota del autor: estuve viernes y sábado en Gualeguaychú. La situación allí es muy difícil como así también lo es en Fray Bentos. En esa zona se ha generado una situación de gran tensión entre las dos comunidades. Todo lo que allí vi y escuché me convencen cada vez más que ese problema no tiene otra solución que no sea la que se logre a través de un acuerdo político entre los gobiernos de la Argentina y del Uruguay. Claro que para que ello ocurra, hace falta liderazgo. Un liderazgo del que han carecido tanto Néstor Kirchner como Tabaré Vázquez.
Finalmente, una anécdota. Hay una frase célebre del ex presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, quien dijo a sus conciudadanos:
“Americanos: no se pregunten qué es lo que puede hacer el presidente por ustedes sino qué es lo que pueden hacer ustedes por el país.”
Creo que este es un buen momento para recordar esa frase y para traerla a nuestro tiempo y a nuestra realidad. Es mucho lo que podemos y debemos hacer por nuestro país a partir de comportarnos como ciudadanos, es decir, como personas cabalmente conscientes de la importancia no sólo de la defensa de nuestros derechos sino también del cumplimiento de nuestros deberes. Para que esto ocurra en mucho ayuda la existencia de, no sólo de liderazgo político, sino también moral. ¿Lo tendrá Cristina?
A Cristina Fernández de Kirchner le debemos desear suerte en su gestión porque de sus aciertos y de sus errores será recipiendaria la ciudadanía argentina. De Cristina Fernández de Kirchner esperamos, a su vez, humildad y sabiduría para tener una actitud de tolerancia y pluralismo de la que ha carecido, en muchos momentos de su gestión, su esposo, Néstor Kirchner.