El escándalo por las elecciones de Chubut ha puesto el foco en el escrutinio. Pero lo más grave está en otro lado.
El gran fraude es la pretensión de violentar la Constitución y el sistema republicano de los dos sectores del PJ: dasnevismo y kirchnerismo.
La Carta Magna provincial es clara. “Al partido más votado le corresponden 16 bancas y las 11 restantes se distribuyen a su vez entre los demás partidos por el sistema proporcional”, lo que permite al ganador administrar sin sobresaltos. Exige para la sanción de determinadas leyes (reforma constitucional o remoción de jueces) mayorías especiales que conllevan el acompañamiento de las minorías. Con nueve votos la oposición puede interpelar a un ministro y con tres, pedir informes, garantizando el control legislativo de los actos de gobierno.
Antes de las elecciones, el justicialismo chubutense convocó a internas para definir las candidaturas. Ambos sectores afirmaron su intención de participar. Pero el día de la oficialización de las listas, un grupo decidió concurrir directamente a los comicios, habilitando la competencia entre el PJ Federal y el FpV.
Durante la campaña, ambos se decían peronistas, en sus actos se cantaba la misma marcha o se evocaba a Perón y a Evita. Incluso, los dos sectores se convocan a alcanzar acuerdos, atento que “el partido nos necesita a todos”, según dicen públicamente sus dirigentes.
El peronismo pretende quebrar el sano equilibrio previsto por la Constitución proclamando a una facción como mayoría y a la otra como minoría, para ocupar bancas que le corresponden a la
oposición.
Es tan peligrosa esta demanda que no sólo vulnera el equilibrio de constitucional sino que viola el sistema republicano, donde no puede ni debe el mismo partido gobernar y controlarse.
La idea de partido único es incompatible con la República. Más grave aún es que esta estrategia sea utilizada en el escenario nacional, por lo cual nuestra obligación es advertirlo.
*Senador nacional UCR / Chubut.
