Es nuestro país, el reclamo de “calidad institucional” aparece en todos los registros,
con una carga metafísica la mayoría de las veces incomprensible, sobre todo porque se enarbolan (se
gritan) los qualia precisamente allí donde más despreocupación parece haber en relación con ellos.
Se presupone una corrupción generalizada del sistema democrático. ¿Será realmente así, o habría que
ponerse a deplorar la estupidez y la ignorancia? ¿No seremos las víctimas sacrificiales de un
proceso de cosificación o animalización sin precedentes en la historia?
Hace unos días, el Dr. Noé Jitrik publicó una carta abierta en relación con un concurso para
la provisión de uno de los más altos cargos docentes en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, procedimiento administrativo que ha despertado la curiosidad y la
alarma de la comunidad académica (ese mundillo de doctos doctores).
A diferencia del Dr. Jitrik (cuya carta puede leerse en Internet bajo la marca
“concurso-catedra-de-literatura-latinoamericana-ii”), no estoy en condiciones de
evaluar a los participantes (ni sus antecedentes ni su desempeño) de esta comedia de enredos que
culminó con la emisión (en este caso habría que llamar emesis: expulsión violenta y espasmódica del
contenido del estómago a través de la boca) de un dictamen insostenible. El jurado, entre quienes
estaba la segunda autoridad administrativa de la Facultad de Filosofía y Letras, resolvió, por
unanimidad, designar a un aspirante y no a otro, en abierta violación del aparato jurídico, que
reserva la efectiva “designación” del candidato (recomendado por el Jurado) al Consejo
Superior de la Universidad.
El caso es un ejemplo de la inextricable maraña de corrupción, estupidez e ignorancia que
tanto nos preocupa: personas que gobiernan sin tener idea de los mecanismos de gobierno, personas
que confunden gobierno con ejercicio arbitrario del poder, personas que confunden el ejercicio del
poder público con la obtención de un beneficio particular o un rédito político. La emesis, el
vómito, como síntoma.