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Los votantes del oficialismo y la película de Francella | Pablo Temes

Lejos está de El acorazado Potemkin y mucho más lejos aún está de El triunfo de la voluntad. Pero si se tiene en cuenta la defensa política que Javier Milei hizo esta semana de Homo Argentum, se podría concluir que Mariano Cohn y Gastón Duprat vendrían a ser para los libertarios, lo que el ruso Serguéi Eisenstein fue para los bolcheviques y lo que la alemana Leni Riefenstahl fue para los nazis. Bienvenidos a la era del cine devenido en propaganda política de las Fuerzas del Cielo.

Homo Argentum: Disonancia cognitiva en el corazón woke. La película de Guillermo Francella deja en evidencia muchos de los aspectos de la oscura e hipócrita agenda de los progres caviar (woke) –dijo Javier Milei esta semana en X–. A su vez, cuanto mayor la cantidad de parásitos mentales dentro de la cabeza del progre, mucho mayor es el odio y los alaridos quejosos de éste ejército de zombies (termos cabezas de pulpos) cuyas aspectos salientes de su existencia es ser envidiosos, resentidos, mentirosos, hipócritas y sobre todas las cosas ignorantes (al menos en economía). Les duele mucho la película porque les presenta un espejo en el cual sale a la luz todo lo que son... casi está de más decir lo que les duele el éxito en una película sin financiamiento del Estado, ya que muestra a muchos del rubro (y aledaños) como fracasados totales y absolutos”.

Milei exaltó la obra de Cohn y Duprat de manera explícita. Sin rubor, aseguró que se trata de la mejor película en doscientos años (sic) del cine argentino. Y hasta llegó a exhibirla antes de su estreno en la Quinta de Olivos frente a decenas de diputados y senadores, que convocó a la sede del poder político para exigirles la defensa irrestricta de los vetos contra la emergencia en discapacidad y el aumento a jubilados. Milei se apropió del film para privilegiar un debate ideológico por sobre una discusión artística. Puso a Francella para impulsar una confrontación ética más que una crítica estética.

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Milei vio, al menos, cinco veces Homo Argentum. Pero, quizá, no la entendió. Porque salvo algunas escenas puntuales, en las que la condena al discurso woke está presente (cura villero desconectado de la realidad, mujer que realiza denuncia falsa de violación y artista de hipócrita defensa social), la mayoría de los relatos que interpreta Francella dibujan un feroz cuestionamiento sobre individuos codiciosos, insensibles y ambiciosos, que no parecen comulgar ni con el progresismo ni con la justicia social.

Para que no queden dudas los personajes que Cohn y Duprat ridiculizan en su film bien podrían ser, hay que decirlo, muchos de los que militan en La Libertad Avanza.

La mayoría de los dieciséis protagonistas de Homo Argentum son empresarios del mundo cripto que realizan negocios sospechosos. Son abuelos opulentos que ostentan autos importados y veranean en Miami. Son vecinos de barrios acomodados que vociferan discursos socialmente intachables pero ejercen acciones moralmente repudiables. ¿Eso fue lo que atrajo a Milei?

En la obra que tanto deleitó al Presidente, a su vez, se recrea una mirada clasista y porteñocéntrica que estigmatiza a los sectores populares y criminaliza la pobreza. A los habitantes de los barrios más humildes se los retrata como personas mediocres y sin voluntad de progreso, que solo aspiran a saciar sus necesidades básicas y cuyo único anhelo es acceder a un par de zapatillas. ¿Eso fue lo que sedujo a Milei?

En Cine-1: La imagen-movimiento y en Cine-2: La imagen-tiempo, el filósofo francés Gilles Deleuze analiza la relación entre cine e ideología y entre arte y poder. El autor de La filosofía crítica de Kant establece en esos provocadores ensayos los conceptos de “narración verídica” y “narración falsificante”, que se traducen en dos formas distintas de construcción narrativa, donde la segunda no se basa en la verdad o falsedad en un sentido tradicional, sino en una potencia de lo falso que afecta a la propia narración. Esta potencia de lo falso no se refiere a errores o dudas, sino a una fuerza que socava la posibilidad de establecer verdades definitivas y objetivas. ¿Cuánto de verídico y cuánto de falso hay en los argentinos que personifica Francella en Home Argentum?

¿Cuán verídicos y cuán falsos son los argentinos que muestra Francella?

Antes de alcanzar este rotundo éxito taquillero, Francella había sido ampliamente reconocido por su papel en Casado con hijos, donde interpreta a José “Pepe” Argento. En esa serie, que casualmente fue furor en los noventa, Francella personifica a una simpática pero contorvertida exaltación del machismo y la misoginia, de la xenofobia y la discriminación, de la banalidad y la superficialidad. Pepe Argento está, sin dudas, en contra de la cultura woke: es un Homero Simpson criollo al que no le interesa la política y solo quiere ver televisión, disfrutando de una cerveza.

Es ahí donde aparece una indisimulable conexión entre los Argentum y los Argento: todos ellos podrían ser, sin ninguna duda, el perfil de los argentinos con los que dialoga Milei.

Porque Argento seguramente votó a Milei en 2023. Quería un candidato que pateara el sistema para terminar con la casta privilegiada. Le creyó a Milei cuando dijo que el ajuste no lo iban a pagar los argentinos de bien. Y hasta se entusiasmó con la idea de cobrar su sueldo en dólares. Pero ahora Pepe empieza a preocuparse y se cuestiona si serán ciertas las denuncias de corrupción que llegan hasta lo más alto del poder. Y, lo que es más grave aún, se angustia cuando se pregunta cuál será su destino si la zapatería en la que trabaja termina cerrando porque ya no puede competir con la producción importada que llega desde China y desde Brasil.