Entrar a España me resulta cada vez más una cuestión de azar. Alertado sobre casos de argentinos que son devueltos por la Policía Aeroportuaria, suelo viajar con cartas de invitación (como si a la policía le interesara mucho un festival de teatro en Sevilla o en Girona), pasaportes viejos llenos de sellos (como si la elegancia del viajero frecuente fuera mi mejor carta de presentación), tarjetas de crédito (como si un banco argentino fuera garantía de algo) y –si soporto las incomodidades del viaje– me visto de traje. Pasar encorbatado suele ser la forma más sencilla de que no me confundan con lo que soy: un sudaca con suerte.
Ahora la ley se ha hecho un poco más explícita, pero vale la pena aclararlo porque las aerolíneas españolas no te lo avisan. Para entrar tenés que tener una carta de invitación de un ciudadano del Reino, sellada por la policía, declarando que tu buen anfitrión se hace responsable por vos, y de que te vas a ir antes de que se cumplan los tres meses permitidos para el paseo. Este formulario cuesta cien euros. Y para verificarlo llaman a tu anfitrión a su casa con preguntas del tipo: “¿De qué color tiene el cabello su amigo?”, o “¿cuántas materias se llevó a diciembre en cuarto año, si son tan amigos?”.
Son cien euros. Es una visa encubierta, ¿o no? ¿No sería más fácil (y menos policíaco) obligar directamente a tener visa, como les pasa a los colombianos? No. En cambio, Cristina acaba de ratificar un acuerdo con España según el cual tanto los españoles residentes en la Argentina (que ya lo hacen) como los argentinos residentes en España podrán votar en las elecciones (sólo en las municipales) si han residido legal e ininterrumpidamente cinco años. Me resulta un poco poco. ¿Realmente habrá tantos residentes ansiosos de sufragar? ¿Y a nivel municipal? ¿Tendrán la oportunidad de votar por algún candidato que –por ejemplo– revierta la singular epopeya migratoria que en estos días aciagos implica desembarcar en España?
En Italia, Berlusconi declaró que prohibirían la entrada a inmigrantes durante dos años. Europa cierra filas. Supongo que creerán que su crisis se origina en la inmigración. Allá ellos.