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COMUNICACION - GOBIERNO

El yacón está servido, mi amor

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Esa vieja relación entre los medios de comunicación y los gobiernos –de la que tanto se ha hablado y escrito en el mundo en general– ha adquirido en el caso de nuestra era kirchnerista un carácter circular netamente vicioso. Ante una noticia sobre la actualidad política nacional nos encontramos, entre los múltiples procesos perversos de esa circularidad, con la repetición que genera aburrimiento, con el aburrimiento que produce indiferencia y con la indiferencia que conduce a la peligrosa banalización de una gestión de gobierno brutal, sin otros objetivos que la propia reproducción, que ignora las instituciones y que opera permanentemente en los bordes entre el autoritarismo y la pura y simple ilegalidad. (El diluvio discursivo sobre el papa Francisco fue una excepción en el panorama mediático, y como decía el paisano, siempre deja de llover).

Hace unos días (era antes del diluvio) la señora Presidenta protagonizó el ‘Acto de lanzamiento del Plan nacional de ciencia, tecnología e innovación productiva “Argentina Innovadora 2020”, en el Salón de las Mujeres Argentinas del Bicentenario’. (Reproduzco en forma completa el anuncio oficial del evento, porque la retórica burocrática del kirchnerismo tiene ya una identidad estabilizada). Sobre sus palabras, nada nuevo que decir: repetición, justamente, de las mismas características que mencioné en muchas otras oportunidades. Discurso centrado en la propia persona –pero no voy a abundar en este aspecto, porque estaría reproduciendo en recepción la focalización en el ‘yo’ que Cristina realiza en producción: sea cual fuere el tema, ella habla de sí misma y después los medios hablan de ella: circularidad perversa que no hace más que alimentar la autorreferenciación reproductiva del Gobierno. El problema es que la señora Presidenta se ha vuelto prisionera de su propia retórica anecdótica: “Pero para que ustedes tengan una idea de lo importante que son estos proyectos, en unos días más yo voy a viajar a Chaco, posiblemente en abril, cuando baje un poco el calor y vamos a ir a la Escuela Agrotécnica número 3, una escuela pública que dirige Ruchesi ¿A dónde está? Vamos a llevarle 25 millones de pesos para que pueda…ese señor, que está sentado ahí, clonar plantas de una manera maravillosa…”. “Mis plantas de Gallegos, que las tengo en un bow windows donde el sol les da todos los días, se mantienen perfectas, con el tamaño perfecto y llenas de flores brillantes, que además dan el aspecto de ser artificiales. La verdad que hablar de todas esas cosas a mí me maravilla, la ciencia es algo tan maravilloso…”. En fin, en cuarenta minutos no hubo ni una sola frase fundamentada sobre políticas públicas relativas a la ciencia y la tecnología. El único momento conceptual fue cuando mostró un cuadro comparativo sobre la inversión pública y la inversión privada en ciencia y tecnología en diversos países. En los países más “desarrollados”, que producen bienes con alto valor agregado, la inversión privada es mucho mayor que la pública. Lo contrario ocurre en países como Brasil y la Argentina. “La clave para poder desarrollarse es que esto se invierta y que sea el sector privado el que más invierta en investigación y desarrollo”. Cómo se compagina este llamado de la Presidenta a la inversión privada en investigación y desarrollo con la ideología estatista-intervencionista de su gobierno, es un misterio. ¿Y no habrá, dando vueltas por ahí, factores políticos que desalientan la inversión?

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Invito a echar una ojeada, en el sitio internet del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, al resumen ejecutivo del susodicho plan, que la señora Presidenta mostró ostensiblemente al comenzar su discurso: ejemplo alucinante de retórica burocrática estatal. Le advierto al lector que deberá tener mucho cuidado en diferenciar el PICT del Picto, el PID del Pidri, el Pisac del Pitec, el Profecyt del Pronaptec, pero también, claro, en no confundir el Fontar con el Foncyt. Fuerte crecimiento de la inversión pública: fundamentalmente en sueldos de funcionarios. ¿Resultados concretos de investigación o de innovación tecnológica en los últimos años? Sin duda los hubo, pero no es leyendo el plan que nos vamos a enterar y comprender su importancia.
Siempre nos queda la posibilidad de comer yacón, un tubérculo que Cristina exhibió durante su discurso y que ya consumían los incas. Según explicó la Presidenta, los científicos argentinos están altamente calificados en el mundo porque son “un recurso humano con mucha proteína”. Seamos justos: nunca un presidente nos había revelado el secreto de la producción de conocimientos científicos innovadores. ¡A comer yacón!


*Profesor emérito, Universidad de San Andrés.