COLUMNISTAS
ENSEÑANZAS Y RECUERDOS

El zoológico de adentro

María Elena Walsh supo, en su obra literaria y musical, llevarnos a un zoológico interior en el que los animales se comportan como personas cercanas.

Imagen Default de Perfil
Portal Perfil.com | Perfil.com
María Elena Walsh supo, en su obra literaria y musical, llevarnos a un zoológico interior en el que los animales se comportan como personas cercanas.
En sus canciones para chicos aparecen, entre otros, la mona Jacinta, Miranda la lechuza y Mirón el lechuzón, Osías el osito en mameluco, la vaca estudiosa, el mono Liso, y, por supuesto, Manuelita, la tortuga. Para adultos, el sapo Fierro y la eterna cigarra que canta y canta al sol como nuestro pueblo que sufre y se levanta.

Este zoo de María Elena, de múltiples animales de fantasía nos conduce a los animales reales de nuestra infancia alojados en el Jardín Zoológico de Buenos Aires.
A aquellos elefantes, hipopótamos, leones, osos y, mis preferidas, las jirafas, no los miraba con los mismos ojos con que los veo hoy. Me parecían seres llegados de otros planetas, acaso eso eran Asia o Africa en mi dimensión infantil de distancia, y se desplegaban cansinamente alrededor de unos monumentos de formas extrañas.

Pero crecimos, y ese espacio de equidad momentánea que era el Zoológico, compartido por todas las edades y condiciones sociales, cambió. Como también se modificó la Ciudad, invadiéndolo todo con sus ruidos, sus humos y sus residuos.
Hoy, a fuerza de errores, los derechos y cuidados hacia los animales varían, para bien, y canciones premonitorias como El oso de Moris o Carta de un león a otro de Chico Novarro, recobraron valor y significado.

Un informe de la Agcba, sintetizado por el elauditor.info nos dice, por ejemplo, que de 1990 al 2010 el Zoo perdió 31 especies de mamíferos y 72 de aves. Lo que demuestra que a los seres humanos para depredar no nos alcanzan selvas, bosques y aguas, también lo hacemos dentro de los lugares que supimos construir.
Y si de construcciones hablamos, una nota publicada en gestionpublica.info nos indica que, de 69 edificaciones del Jardín Zoológico con valor patrimonial, se demolieron 27 edificios, restauraron cuatro y reubicaron 12. Hechos que se repiten con esculturas y fuentes que ya no están, se esfumaron o fueron derribadas sin la autorización correspondiente.

A la hora de los papeles también hay algo para señalar. En el Zoo funcionaba la biblioteca especializada D.F. Sarmiento cuyo desmantelamiento comenzó en 1984 con el traslado de los libros, sin documentar su destino, por lo que se cerró en 1992 con publicaciones perdidas. Tuvimos, dentro del Jardín, edificios con estilo chino, indostánico, morisco, japonés o grecorromano como el emblemático arco de entrada. También el Zoo albergó un tramway llamado, por su tamaño, el tren liliputiense de 1908 y allí giró el primer carrusel fabricado en el país, en 1943. Cada uno de nosotros tiene su animal predilecto, acaso por sus capacidades, por sus formas, por el temor que provocan o por sus movimientos.

Al respecto, Jorge Luis Borges tiene favoritismo por los tigres. “Recuerdo que, de chico, yo me demoraba ante una de las jaulas del Jardín Zoológico de Palermo y era precisamente en la jaula del tigre y del leopardo. Yo recuerdo que me demoraba ante el oro y el negro del tigre hasta el atardecer, y aún ahora, el amarillo sigue acompañándome”. (Fragmento sobre la ceguera). Pronto no quedará y no debe quedar ningún zoológico como fueron pensados en otros tiempos. La ecología, la preservación de las especies y el crecimiento de la conciencia hacia todos los seres nos interpelan.

Algunas generaciones debemos hacer perdurar a ese zoológico que, como en la obra de M.E. Walsh, se construyó en nuestras entrañas con los recuerdos de la infancia, con las galletitas con forma de animales, con la admiración, la alegría y el respeto ante cada ser vivo. Hay en el Zoo porteño, y en todos los zoológicos, historias que, como fantasmas, se pasearán con alegría y tristeza, historias de personas y animales conviviendo en desventaja pero pidiendo, en conjunto, que no olvidemos nunca las emociones del zoológico que llevamos dentro.

*Secretario adjunto Asociación del Personal de los Organismos de Control (Apoc).