La charla transcurre, caótica, en un conocido restaurante de la Recoleta. El almuerzo consiste en bastantes verduritas y muy poco vino blanco, pero del bueno. Tiene la palabra uno de los más hábiles operadores mediáticos del peronismo:
—Es facilísimo descubrir a la verdadera Cristina... –provoca el hombre, cincuentón, simpático, malicioso, abriendo un silencio breve aunque suficiente para llevarse la atención de sus compañeros de mesa.
—Bueno, dale, con qué vas a salir ahora –toma el guante uno de ellos, que acaba de reconocerse “pingüino por necesidad y urgencia”.
—Hagan este ejercicio y después me cuentan: cuando vean un discurso de Cristina en la tele, bajen el volúmen y van a encontrar a una mujer dura, agria, áspera, enojada... –la lista de calificativos promete convertirse en lista sábana, cuando el mozo interrumpe con el clásico: “¿Desean algo más?”.
Si tiene tiempo, el lector podrá entretenerse con el experimento. No es el caso del autor de esta columna, que debió seguir con atención el discurso de la Primera Dama, el martes, en el Luna Park (como otros antes), con la misma ambición: la de descubrirla. Siempre es bueno saber a qué atenerse.
Arranquemos señalando que, al menos por ahora, la senadora no le habla al pueblo. Ese papel parece reservado, mientras sea presidente, a su marido. Don Néstor dispara frases fáciles de entender. “Cristina es el amanecer de la Patria”. “A mí no me van a hacer retroceder y menos a Cristina”. La kandidata, en cambio, opta por desarrollar un phisique du rol más intelectual, en torno a conceptos generalmente crípticos y sofisticados:
• Explica a la Concertación Plural (la alianza que une al Frente para la Victoria con los llamados Radicales K) desde la “necesidad de reconstruir el sistema de representación política” y de “articular representaciones políticas y sociales, que superando viejas antinomias, se reconozcan en la construcción de un proyecto de país”.
• Dice que dicha “construcción” se “despliega en tres dimensiones: la institucional, la política e histórica y la socio-cultural”
• Define a su proyecto como “un modelo de acumulación con distribución, hilvanando lo económico con lo social”.
¡Guau! Resulta complicado descubrir a la verdadera Cristina a partir de esa oradora aún más apasionada por las articularciones, las construcciones y las acumulaciones que el recordado Carlos “Chacho” Alvarez.
Antes de que algún lector decida pasar a la próxima página (ya que, al fin y al cabo, los domingos están para desestresarse), valdría la pena echar luz sobre un párrafo del discurso del Luna. Acaso sea la clave del ambicioso Proyecto K. Dijo Cristina Elizabeth Fernández Wilhelm, que es Kirchner: “No creo en la generosidad como categoría política. Creo en la responsabilidad que significa no tentarse con la hegemonía excluyente”.
Más allá del confeso desapego cristinista por la generosidad, su enfático cuestionamiento a una “hegemonía excluyente” (y no a la hegemonía en sí) dejaría abierta la posibilidad de que existan otras clases de hegemonismos (¿acaso “inclusivos” o “buenos”?), que sí deberían merecer las tentaciones pingüinas.
La palabra hegemonía deriva del verbo griego eghemoneno, que significa guiar, preceder, conducir, estar al frente, comandar, gobernar. Mandar, sin lugar a la más mínima duda. Se trata de un término militar, originado en la guerra del Peloponeso, que allá por el año 404 (a.C.) terminó imponiendo la supremacía de Esparta sobre Atenas a través de la llamada Oligarquía de los Treinta Tiranos.
Ya en el siglo XX, el comunista italiano Antonio Gramsci revolucionó el ideario marxista con su Teoría de la Hegemonía, que, en apretada síntesis, apuntaba a demostrar que era posible tomar y ejercer el poder con mejores modales que los soviéticos. En la Argentina, Gramsci fue uno de los ideólogos más debatidos en los convulsionados años 70. La fracción marxista de Montoneros veneraba a Gramsci casi tanto como a Arturo Jauretche.
Vaya uno a saber si Cristina leyó a Gramsci. Quien sí lo leyó, y lo cita, es uno de los principales cerebros del kirchnerismo: Carlos “El Chino” Zannini. Nacido en Córdoba, ex “cuadro” del maoísta Partido Comunista Revolucionario, el actual secretario de Legal y Técnica integró la Suprema Corte santacruceña, justo cuando había que justificar legalmente las re-reelecciones de Néstor Kirchner en su provincia. En noviembre de 2005, Zannini lanzó la agrupación Compromiso K, pieza fundamental para el encuadramiento de los gobernadores e intendentes arrepentidos de la UCR.
“El Chino” participa de la mesa chica donde se discute la construcción del partido que les falta a los Kirchner, y donde se trazan las líneas centrales de los discursos de la Primera Dama. Su frase preferida de Antonio Gramsci es una que le permite definir, en reuniones privadas o públicas, dónde debe ubicarse al kirchnerismo: “Entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer”.
También es un fanático del Plan de Operaciones de Mariano Moreno. Decía el efervescente secretario de la Primera Junta en aquel programa fundacional: “La moderación fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuando las circunstancias no la requieren”.
DE ANTONIO GRAMSCI A MANOLO QUINDIMIL
Antonio Gramsci murió en Roma hace 70 años, tras el largo encierro que le valió su combate a Benito Mussolini. Hombre culto, promovía el compromiso político de los intelectuales. En 1924 fundó el diario L’Unitá, brazo editorial del Partido Comunista Italiano, hoy privatizado. En la Argentina, sus ideas animaron a stalinistas en los 50, a castristas en los 60, a montoneros en los 70 y a alfonsinistas en los 80. Hoy inspira a los ideólogos del kirchnerismo.
Manuel Quindimil nació en 1923, cuando Gramsci tenía 23 años. Nunca lo leyó. Obrero de la carne primero y municipal después, Quindimil fue protagonista del 17 de octubre de 1945, fecha de nacimiento del peronismo. Es intendente de Lanús desde 1983, y lo había sido desde 1973 hasta el golpe militar de 1976. Fue señalado por el matrimonio Kirchner como emblema de la “vieja política”. El martes,
en el Luna Park, un cartel de neón anunciaba: “Cristina Pte.-Scioli-Quindimil 2007/2011”.