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En el arco

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Está el caso más general: el del autor que, ficción mediante, crea un determinado personaje. Luego el caso del autor que promueve la superposición con un personaje (como hizo Ricardo Piglia con Emilio Renzi) o el caso del autor que se convierte en personaje a sí mismo (como César Aira en Embalse). También las diferentes graduaciones entre personas y personajes (con ese núcleo de negatividad que Macedonio Fernández llamó no-persona). Pero a nada de esto se refirió González (Nacho González) cuando dijo de Martínez (del Dibu Martínez) que se lo estaba “comiendo el personaje”. Hablaba de otra cosa, en un sentido más sustancial: de la manera en que una persona, en el trance de darse a ver, monta una imagen posible, diseña una figuración. Llamarle a eso personaje podría dar a pensar que se trata de una falsificación, de un engaño tras el cual se oculta la versión verdadera (esto es, la persona real). 

De ese modo, sin embargo, se obtura la posibilidad de preguntarse por la verdad del personaje mismo (como quien dice, por la verdad de la máscara). Sobre todo en este tiempo en el que, más allá del caso puntual de estos arqueros, y redes sociales mediante, ha crecido exponencialmente la opción de las intervenciones públicas, del mostrarse o sustraerse. 

Ya en este terreno específico, ¿por qué alguien que no fuera, en un punto, un energúmeno construiría un personaje de energúmeno y lo pondría en circulación para agredir y maltratar? ¿Por qué alguien lo haría con un personaje de misógino, o con uno de neonazi, o con uno de pavote, etc., etc., etc., sin que haya de por medio ni parodia ni ironía ni distancia? Diría entonces que es al revés: es la persona la que se come al personaje y lo carga de verdad.

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Algo de loco hay que tener para pasarse la vida entera haciendo locuras, la vida entera haciéndose el loco. Por eso, ya volviendo al tema de arqueros, no habrá otro como Hugo Gatti.