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En medio de la ola

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La votación del domingo 25 dejó a Scioli con una ventaja pequeña sobre Macri y, sin embargo, prevalece otro clima: triunfalismo en Cambiemos, caras largas y tensiones en el Frente para la Victoria. La buena elección de Macri sorprendió a casi todos, pero más contundentes fueron los resultados a gobernador en Buenos Aires, en Jujuy y hasta en Santa Cruz –donde Alicia Kirchner obtiene la gobernación gracias a la ley de lemas, no por haber sido más votada–. El resultado de la segunda vuelta está todavía abierto, pero el mapa político del país ya cambió.
Durante las campañas, se palpaba –y las encuestas medían– una demanda de “cambiar pero no tanto”. Scioli la tomó, como los otros candidatos. Y, sin embargo, no le alcanzó para ganar en la primera vuelta.

¿Qué pasó? Las opiniones están divididas dentro del espacio oficialista. Muchos piensan que en la campaña de Scioli faltó un discurso más proclive al cambio y menos condescendiente con la continuidad. ¿Cómo es que la gente quiere más cambio y sin embargo la presidenta Cristina mantiene una imagen alta? Los desplazamientos de votos entre las PASO y el domingo 25 en Buenos Aires y Jujuy –para tomar esos dos casos– no fueron de mucho más de 5 puntos en una y otra dirección. Fueron de ese orden de magnitud en casi todas partes y también en el plano nacional. Con esas diferencias, la provincia de Buenos Aires parece haber vivido un terremoto político: la oposición ganó la gobernación y una enorme cantidad de municipios pasan a manos de candidatos del PRO y radicales.

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Señales incipientes de que algo comenzaba a venir se registraron en las denostadas encuestas de opinión y ya asomaban en las PASO. (Si los “encuestadores” y los analistas de opinión no supimos leer esas señales es otro problema; los datos han sido bastante menos culpables en todo eso). Lo que empezaba a gestarse fue una ola de cambio político. Estamos en medio de la ola y es difícil ver desde allí su magnitud y su dirección. Tal vez sea una burbuja que termina pinchándose; tal vez un marea que cambiará el paisaje. Pero no hay duda de que se trata de una demanda de cambio.

Es una demanda que se gesta en el país profundo y avanza muy gradualmente, a veces desapercibida. Una demanda de cambio político mucho más que de cambio de “modelo” o “ideológico”. Ese 5% que movió el amperímetro tiene su epicentro en las clases medias bajas del Conurbano y de otras regiones del país: ha votado menos contra políticas específicas de gobierno, o por demandas económicas bien definidas, y más contra un estilo político de caciquismo que los dirigentes territoriales encarnan en mayor medida y que el kirchnerismo convalidó estos años. Es un estilo que promete y a veces resuelve problemas, pero que a la larga termina por cansar.

Algo semejante movió la ola de voto a Alfonsín en 1983, cuando el peronismo representaba ese estilo de conducción política. También en 1999, cuando se votó a De la Rúa. Parece una regla histórica: desde 1946, los ciclos peronistas duran a lo sumo diez años –doce años el del kirchnerismo–; ése es el tiempo para que la sociedad termine votando en busca de otro estilo político. Y hay algo intrigante: después de un tiempo, la misma sociedad vuelve a aquello que había descartado y vota otra vez al peronismo. Por eso, a los entusiasmos desmedidos que acompañan a esas olas de cambio político –“ahora todo cambia”, la historia recomienza”– suelen seguir etapas de profunda depresión, que alcanzan no sólo a los entusiastas defraudados sino a la sociedad toda.

¿Estaremos ante un cambio genuino, profundo, en nuestras prácticas políticas? Tanto Scioli como Macri tendrán que dar respuesta a esas expectativas en las próximas semanas. Pero para que esto no sea otro vaivén de unos pocos años, hace falta un cambio en la forma en que se concibe la gobernabilidad. Tenemos que aprender a gobernar con más consenso, con más respeto a las coaliciones parlamentarias, y reducir nuestras expectativas depositadas en los liderazgos, desde la presidencia de la Nación hasta el puntero del barrio. Ese es el mensaje que la sociedad trata de dar cada diez años.

 

*Sociólogo.