COLUMNISTAS
HAMAS-ISRAEL

En un mundo multipolar

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Guerra en Ucrania. Se registraron similitudes entre las posiciones y los ataques a Israel. | NA

El ataque de Hamas a Israel pone en evidencia un mundo diferente a la pugna por la hegemonía global entre EE.UU. y China, que muchos consideraban –y consideran–, el ordenador de la política internacional. La realidad es la contraria. La sucesión de hechos como la invasión rusa a Ucrania y la guerra extendida, que se prolonga sin solución a la vista; los golpes militares prorrusos en el Sahel, región del centro de África; la ofensiva de Azerbaiyán –con apoyo de Turquía–, que tomó Nagorno-Karabaj, territorio reivindicado por Armenia; y ahora el ataque de Hamas contra Israel, muestran que el mundo, en lugar de vivir una nueva Guerra Fría ordenada por dos grandes potencias globales, se encuentra en un fraccionamiento de poder en el cual las potencias regionales (Turquía, Arabia Saudita, Indonesia, Nigeria, Egipto, Brasil, etc.), adquieren mayor autonomía e influencia más allá de sus fronteras.

Posiblemente ni a Washington ni a Beijing les convenga lo que ha sucedido entre Hamas e Israel. Pero no han podido evitarlo y ahora ni encausarlo o encapsularlo. Los mencionados veintidós países árabes son el círculo regional inmediato del conflicto, y en él, las tensiones escalan. Las guerras civiles en Siria y Libia, emergentes de las crisis precipitadas por la llamada “Primavera Árabe”, pueden escalar generando más desequilibrios. En la Unión Europea surgen disidencias, no en cuanto a la condena a Hamas que es unánime, pero sí en lo que hace a mantener o no, la asistencia humanitaria a la población civil de la Franja de Gaza.

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Se han registrado ciertas similitudes entre las posiciones asumidas ante la guerra de Ucrania y el ataque de Hamas a Israel. Estados Unidos condenó enfáticamente, tanto a Moscú, como a la organización terrorista de Gaza. Pero el primero ya ha enviado ayuda militar al gobierno israelí, mientras que Moscú responsabiliza a Washington por el conflicto, y trata de beneficiarse de los matices que muestra la Unión Europea. Estados Unidos y el Reino Unido se mostraron proclives a apoyar a Israel, incluso con el suministro de armas y equipos militares. El primero trasladó el grupo de portaaviones que tenía operando en el Mediterráneo en un ejercicio con buques italianos, hacia las costas de Israel y Gaza sobre este mar. Cada portaaviones estadounidense –el desplazado por el Pentágono es a propulsión nuclear– cuenta con decenas de buques de combate y apoyo que los defienden y abastecen, más un grupo de desembarco de tres mil marines que se suman a las decenas de aviones que completan la dotación de cada portaaviones. Fuera de Occidente, en el otro extremo, sólo los gobiernos de Irán y Afganistán han apoyado a Hamas en el amplio y diverso mundo musulmán. China asumió una postura a favor de la paz, el Vaticano se expresó reclamando diálogo y Brasil, que ocupa la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se expresó en el mismo sentido.

Desde el punto de vista económico, las consecuencias pueden ser diversas, complejas e incluso contradictorias. El cese del apoyo económico de los países occidentales a la Franja de Gaza, cuyos dos millones trescientos mil habitantes vive la mayoría bajo la pobreza, y el aumento del precio del petróleo en momentos de cierta tensión en los mercados por la decisión de la FED de prolongar las altas tasas de interés, son las consecuencias más inmediatas.

Elecciones fuera de Occidente

En cuanto a los fallos de la inteligencia israelí en detectar y neutralizar el ataque terrorista con antelación, quizás tenga alguna coincidencia con los que tuvieron lugar hace ya más de dos décadas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, por parte de terrorismo islámico. Es que se pone la inteligencia en manos de la tecnología, olvidando que dejar de lado las fuentes humanas, puede generar este tipo de fallas. Esta limitación de la tecnología también se evidencia en la guerra de Ucrania, donde las acciones bélicas se asemejan a las de la Primera Guerra Mundial y no a la “guerra de robots” que hace ya décadas se menciona como la guerra del futuro.

En síntesis, vamos en dirección a un mundo multipolar antes que uno bipolar.

*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.