A Warren Buffett, el inversor financiero más importante del planeta, le consultaron este último sábado sobre un posible default del gobierno americano dado el alto e inédito nivel de deuda en Estados Unidos y la extraña situación macroeconómica a nivel global originada por la pandemia del coronavirus.
Su respuesta fue que si el gobierno americano emitiera bonos no tendría un problema de solvencia dado que lo hace en su propia moneda y que además, las personas confían lo suficiente en el dólar para que la Reserva Federal (Banco Central semipúblico de Estados Unidos) pueda seguir emitiéndolos.
Y agregó: “Argentina está teniendo un problema de default porque su deuda no está en su propia moneda”.
Aunque podríamos decir que esa premisa aplica a cualquier país que no emite deuda bajo su propia moneda, la mención nos ubica en el lamentable ejemplo de lo que no hay que hacer a la vista de un gran inversor. En ese sentido, para demostrar el poder de Estados Unidos a la hora de emitir, Buffett eligió contrastarlo con con uno de los países con peor regla monetaria del mundo: Argentina.
Es preciso señalar que mientras que países de la región como Paraguay o Perú emiten deuda entre el 3% y el 5% anual en dólares, sin tienen problemas de sustentabilidad de la misma. El Banco Central de Argentina ha devaluado durante los últimos veinte años sin pausa el valor del peso.
Evidentemente la desconfianza en nuestra moneda no es una observación puramente extranjera, sino que el descreimiento también es una actitud enquistada en la gestión de nuestra economía doméstica.
La falta de exigencia monetaria ha causa de un despilfarro fiscal nos ha puesto como el ejemplo de lo que no hay que hacer. Con una breve explicación, el inversor más famoso del mundo deja en evidencia una de nuestras mayores falencias. Es preocupante cómo la restricción presupuestaria sigue poniendo límites a la política de gasto público.
Seguir gastando por encima de nuestras posibilidades no es gratuito y lo será fundamentalmente a costa de un peso aún más débil. Esa debilidad se explica básicamente por la falta de respeto sobre la moneda. Podemos sintetizar en: menos respeto, más inflación.
¿Es necesario llegar al descreimiento absoluto del peso? ¿Es necesario reforzar el escenario existente en el que ya no se utiliza ni para comprar inmuebles, ni para ahorrar? El próximo paso es que el peso argentino, ya no se utilice ni para medir el valor de las cosas argentinas.
Buffett demostró el fin de semana, que Argentina es el anti-ejemplo en materia monetaria. Ahora queda saber si en el corto plazo, se dictan políticas públicas que detengan la inevitable escalada inflacionaria (incluso de 3 dígitos) a causa de la insolvente política de gasto. Los pronósticos no son alentadores y las condiciones de vida de todos los argentinos dependen de estas próximas decisiones.