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amigas

Entre allá y acá

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Tengo amigas (argentinas) que viven en Estados Unidos, alguna con marido, alguna separada, alguna viuda, todas con hijos que viven lejos muy lejos en otra ciudad otro estado, porque los críos se van a estudiar a una universidad que queda a ciento trece leguas de casa. Todas se quejan de soledad, de no tener quien les agarre la manito cuando están enfermas o que las llame por teléfono cómo estás te extraño. Tengo una amiga (argentina) que vive en Dubai y que me habla del Ramadán y a la que no me animo a preguntarle ché, ¿tu marido te obliga a salir con burka y siempre acompañada por él? Tengo miedo de que me diga que sí que efectivamente, que Alá así lo quiere (mentira) y demás barrabasadas mal enraizadas en la religión, cualquier religión. Lo primero que se me ocurre es pensar en esta ciudad de Rosario a la que amo y en este país al que amo. De todas maneras, hablo pestes de los dos en cuanto se me presenta la ocasión, y no me preocupa porque tanto la ciudad como el país saben de qué se trata, pardiez. Y se trata de que me encanta esta manera de vivir. Hijos y nietos cerca aunque alguno esté lejos, lejos en Buenos Aires, vamos. Teléfono que suena todos los días cómo estás se te pasó el resfrío necesitás algo abrigate viste qué frío hace voy al supermercado te compro algo. Me gusta eso, me calienta el alma, me gusta llamar a un amigo y decirle mañana nos vemos en el café hace mucho que no charlamos tengo montones de cosas que contarte. Se vive bien acá, le juro, vea, sobre todo en invierno.