Llego a la productora y ya antes de abrir la puerta de calle escucho música a todo volumen. Camino hacia mi oficina y compruebo que la música viene desde allá. Algo preocupado, me acerco, pienso un rato y finalmente abro la puerta de golpe.
—Adentro está Carla, mi asesora de imagen, con una gorra hacia atrás, bailando sobre mi escritorio, pateando algunas carpetas con papeles, con la música de Wos sonando a un nivel ensordecedor. Me acerco al control de volumen, lo bajo hasta dejar casi en silencio.
—¿Qué hacés, careta? –me dice Carla, enojada y casi a los gritos.
—¿Cómo que qué hago yo? –pregunto, en un tono no muy alto, totalmente desconcertado–. Eso es lo que yo debería preguntarte a vos: ¿Qué hacés?
—Bailo, ¿no se nota?
—¿Vos estás loca? ¿Cómo vas a bailar encima de mi escritorio? ¿Cómo vas a entrar así a mi oficina? ¿Cómo vas a tirar todos mis papeles? Esas son cosas importantes, investigaciones que estoy haciendo, laburo, documentos…
—Buoh, veo que el señor me está discriminando por usar gorra y por escuchar trap… en fin, voy a tener que hablar con el Inadi. O mejor aún: le voy a decir a Alberto que se saque una foto conmigo, como hizo con Brian.
—Por favor, a ese pibe lo discriminaron, le cayeron con todos los prejuicios encima –me quejo–. En cambio vos estás rompiendo todo.
—¡No me vengas con excusas, nene de clase media acomodada!
—Pero si vos también sos de clase media…
—Claro, ahora criticás lo que hizo Alberto y justificás la estigmatización de los pibes morochos con gorra, ¿no?
—A mí me parece fenómeno lo que hizo Alberto.
—Sí, estuvo bien –admite Carla, cambiando de tema–. Pero creo que debería dar más respuestas picantes. Por ejemplo, no le respondió a Bolsonaro.
—¿Te referís a la foto que retuiteó el hijo del presidente de Brasil, donde se veía al hijo de Alberto vestido de Pikachu drag queen y al lado otra foto, del hijo de Bolsonaro, con un fusil en las manos?
—Sí, debería decir algo, ¿no?
—Para mí está bien que no diga nada –opino–. ¿Qué más se puede agregar a eso? Está claro que entre una drag queen vestida de Pókemon y un descerebrado con un arma de guerra, me quedo mil veces con la drag queen.
—No sé, yo creo que debería haber aprovechado para hacerle un homenaje a Maradona, ya que esta semana cumplió años y, encima, Alberto es hincha de Argentinos Juniors.
—No entiendo –digo.
—Claro, ¿te imaginás? Alberto diciendo: “Bolsonaro debutó con un pibe”. Sería grandioso. Y creo que con eso Alberto podría asegurarse la reelección para el 2023.
—Todo bien con la gorrita, todo bien con el trap, todo bien con todo. Pero, ¿no te parece que debería escribir en mi columna algo sobre las elecciones y sobre cómo se reconfigura el mapa político del país?
—En principio hay una muy mala noticia, tanto para el Gobierno como para la oposición. Y con eso me refiero al Gobierno y la oposición que están y a los que se vienen.
—¿Cuáles serían esa buena y esa mala noticia para el Gobierno y para la oposición?
—Que hay Gobierno y que hay oposición. Y que por el momento y seguramente por mucho tiempo, todo el mundo debe olvidarse del “No vuelven más”.
—¿O sea que, como consigna, sirve más el “Vamos a volver”?
—Sí, pero eso es algo que cualquiera puede cantar. Hoy ganó el peronismo, sin dudas. De manera inobjetable. Pero la oposición existe. Macri perdió, pero continúa al mando de los suyos. En ese sentido le fue mejor que a Gustavo Alfaro en Boca.
—¿Macri también puede empezar a cantar, desde ahora, “Vamos a volver”?
—¿Por qué no? –pregunta Carla–. Estas elecciones dejaron claro, más que nunca, que éste es el país del eterno retorno.
—¿Lo decís por los retornos en la obra pública, por la fuga de capitales, por los negociados?
—También, podría ser –reconoce Carla–. Pero en este caso lo digo, porque cualquiera puede volver. Si Alberto Fernández va a ser Presidente es porque cualquiera puede volver.
—Lo que no me queda claro, es qué pasa con la grieta. ¿Esa sí puede volver?
—Eso va a estar siempre. Pero por el momento, no le conviene a nadie. Ahora lo importante es que hay oficialismo, hay oposición, hay democracia y, por supuesto, hay más rosca que en Pascua y Reyes juntos. O sea, total normalidad.
—Insisto: ¿y la grieta?
—Si hay grieta, que no se note –concluye Carla.