Luego de cada partido de la Selección, Rodrigo De Paul publica en sus redes sociales algunas fotos con un mensaje de aliento. Las frases casi siempre son de aliento, una mezcla de autoayuda y arenga. Ayer, tres horas después del triunfo ante Venezuela, escribió: “Seguimos a paso firme por nuestro objetivo. ¡¡Vamos Argentina!!”.
De Paul no es el único. Otros jugadores hacen lo mismo desde la Copa América ganada en Brasil: hay una necesidad –propia de este tiempo– de comunicar y vincularse por esa vía con los hinchas, con la gente en general. Pero además de eso, los futbolistas evidencian algo que empieza a trasladarse a la cancha: la Selección no solo se consolida en todas sus líneas y en el juego; también empieza a conformar una identidad. Adentro y afuera.
La prueba más cabal de eso fue lo que pasó con Emiliano Martínez, Cristian Romero, Giovani Lo Celso y Emiliano Buendía, los cuatro que juegan en la Premier League y viajaron a pesar de la negativa de sus respectivos clubes.
Como ocurría en otras épocas, ahora idealizadas, y mientras otras selecciones perdieron figuras por la presión de las ligas europeas –Brasil se quedó sin 11 convocados y Uruguay sin Cavani–, los citados por Scaloni pusieron a la Selección por encima. No les importaron las posibles represalias o los diez días de aislamiento obligatorio que impone el gobierno británico.
En ese espíritu de rebeldía, que se extendió a casi todo el plantel y que tuvo el liderazgo de Lionel Messi en los días de mayor turbulencia, emerge una característica novedosa, quizá forjada en la larga convivencia de este año en el predio de Ezeiza mientras se disputaba el torneo continental de selecciones. Eso que Messi también evidenció en sus redes, cuando preguntó con quién iba a tomar mates por las mañanas luego de festejar en el Maracaná.
La rebeldía en el grupo se da también porque en el campo se obsvervan mejoras. O, por los menos, un plan que viene repitiéndose. Lo puso en palabras Scaloni después del 3-1 contra Venezuela: “Hicimos el mismo juego de la Copa América. Buscamos con buen pie por el medio y fuimos profundos por los costados. El equipo dio un paso adelante en ese sentido”.
En ese “paso adelante” puede estar ese horizonte común que vislumbran en el equipo nacional. Lo que une en el juego y en los hoteles de la concentración. La mejoría en el ataque por los laterales, la consolidación de Lo Celso y De Paul en el medio, la aparición de Dibu Martínez en el arco, este Messi maduro, participativo y determinante, y los ingresos que funcionan, como sucedió con los dos Correa: Joaquín y Ángel, que además convirtieron, armonizaron en ese esquema.
La pregunta es qué pasará ante este Brasil diezmado, o qué pasará cuando la Selección deba enfrentar a las potencias europeas, algo que será difícil antes de Qatar por los calendarios ajustados que impuso la pandemia. Por lo pronto, será cuestión de seguir así: mejorando en la cancha y mostrando unidad afuera. Porque las fotos de De Paul y de todos en sus redes sociales, en este caso, buscan también transmitir eso: que ellos, de alguna manera, encabezan una refundación.