Como tantos otros argentinos, tuve el privilegio de formarme profesionalmente en una universidad pública y fui decano de otra institución educativa estatal de alto prestigio, como lo es la Universidad Tecnológica Nacional. En base a esa experiencia es que creo firmemente en la educación como salida ante la crisis que enfrentamos.
Muchos problemas se pueden resolver con herramientas sencillas puestas al servicio de la educación y de todos los ciudadanos. Hay referencias en forma permanente acerca de bajar la edad de imputabilidad de menores, pero poco se habla de los caminos para sacar a los chicos de esa situación difícil en la que se encuentran. En este marco, junto a un equipo de trabajo, hemos preparado tres propuestas, que esperamos cuenten con el consenso necesario para que se concreten en leyes. Los tres pilares son: el Servicio Cívico Voluntario, la Práctica Educativa Solidaria y la Asignación Universal por Escolaridad; las dos primeras ya presentadas en la Cámara de Diputados de la Nación.
El Servicio Cívico Voluntario pude plasmarlo en Mendoza, a partir de 2004, y la idea, en aquel momento, fue poner en marcha un plan con un grupo de adolescentes en situación de riesgo, como los chicos “limpiavidrios”. Ellos recibieron capacitación en oficios y terminalidad educativa; además de una beca mensual durante diez meses, de $ 150. El programa tenía como intención contener y capacitar a jóvenes de entre 18 y 23 años que no hubieran terminado sus estudios, quienes se capacitaron en instalaciones ociosas del Ejército Argentino. La formación fue diversa y estuvo orientada a actividades como carpintería, telar, soldadura, curtiembre, electricidad, construcción, jardinería, mecánica, gastronomía, turismo, plomería y costura industrial, entre otros.
Para el sistema universitario, he pensado en un proyecto denominado Práctica Educativa Solidaria que consiste en la realización de tareas comunitarias afines con la formación en curso u obtenida. Los estudiantes elegirán un cuatrimestre, a partir del último año de la carrera y en forma previa a la obtención del título, para concretar las prácticas. Las mismas serían realizadas bajo la dirección y control de las autoridades educativas de los institutos de educación superior a los que pertenezcan los alumnos. Considero necesario promover valores de solidaridad y compromiso en todos los estudiantes que integran el sistema universitario. Así como la sociedad argentina hace un gran esfuerzo, con el pago de sus impuestos, para sostener una enseñanza pública y gratuita, los estudiantes de este nivel pueden contribuir no sólo con sus trabajos de investigación y usuales actividades de extensión universitaria, sino también con el propio servicio solidario.
Finalmente, la Asignación Universal por Escolaridad apunta a crear un aporte mensual para todos los menores de 18 años que se encuentren matriculados en una escuela pública o privada. Esta asignación sería universal porque cubriría a todos los estudiantes de todos los niveles, con padres empleados o desempleados. La Administración Nacional de la Seguridad Social cada año articularía con las distintas provincias la conformación del padrón de beneficiarios a partir de los datos de matrícula de todos los establecimientos de enseñanza inicial, general básica y polimodal del país. A su vez, los padres del estudiante deberán acreditar la regularidad ante la ANSES con un certificado emitido por el establecimiento educativo.
Son ideas sencillas que invitan a recuperar utopías, a no bajar los brazos frente a las dificultades. Son propuestas concretas para construir, desde la educación y acompañados con el valor de la solidaridad, un destino mejor para todos los argentinos.
*Vicepresidente de la Nación.