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Escena

Miro la asunción presidencial como otrora el partido Argentina-Alemania, el ojo –que poco entiende de fútbol y mucho menos de esto– busca descubrir los quiebres, los sitios donde la gramática de turno deja aflorar las conjugaciones débiles, las irregularidades. Toda irregularidad es excitante.

Rafaelspregelburd150
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Miro la asunción presidencial como otrora el partido Argentina-Alemania, el ojo –que poco entiende de fútbol y mucho menos de esto– busca descubrir los quiebres, los sitios donde la gramática de turno deja aflorar las conjugaciones débiles, las irregularidades. Toda irregularidad es excitante. Toda continuidad es la ondulación suave donde aparecerá el violento tajo, la incisión brutal que nos recuerda que la belleza del mundo, y su representación, se edifica sobre la amenaza del derrumbe. El personaje es como un embudo de significados simultáneos. Es mujer. Todos esperamos que la quiebre la emoción, ella lo sabe, nos pilotea: no se deja quebrar, pero a la vez nos muestra su esfuerzo por no quebrarse. ¡La actriz es buena! ¡No actúa lo obvio! O al menos, no sólo lo obvio. A sabiendas de que la lectura del discurso es territorio imantado para furcios y aburrimiento (sabemos que los guiones los escribe un grupo de especialistas), ella decide hablar en vez de leer. Y seduce y fascina.
Los objetos de la puesta en escena son médiums de acción y peripecia: el bastón entre ellos es un falo enorme y todos los espectadores lo sabemos morbosamente; el micrófono asesino se cobró en el presidente anterior varios puntos, y esto lo torna más bello e impredecible. ¡Y qué decir del resto de los actores! Su coprotagonista no se sabe el texto, pero es un hábil improvisador: una bomba en potencia. Ella se adapta y usa lo errático. Una actriz en problemas tiene más chances de actuar, de lucirse.
El contenido de la obra es más arduo. ¿Se puede seguir citando a Eva sin desentrañar la maraña de significados de este símbolo contradictorio, tan popular como fascista? ¿Funciona Eva como una cita sólo “positiva”? ¿Es un guiño antigorila y nada más? ¿Hay gorilas cuando ya no hay peronismo? O las líneas sobre Malvinas: ¡qué raro! El país se ha vendido entero y Malvinas sigue siendo sinónimo de soberanía. O la pobreza. ¿Se puede hablar de “los pobres” sin aludir a la distribución de la riqueza, o a la lucha de clases? Ah, conflicto. Ah, teatro puro: la anulación de las preguntas fundamentales –que nadie responde– es la que construye el verosímil. La mezcla exacta que tapa el horror. Ese que anida en la complejidad última de las cosas. La belleza de los mundos es la manera en la que tapan las grietas por las que se intuye el abismo.