Especies desaparecidas

Ahora resulta que apareció una rana del tamaño de un gato. Bueno, en realidad no apareció: la descubrieron en un yacimiento arqueológico y se supone que pesaba la chorrera de más de cuatro kilos. En dos palabras: metía un miedo de novela.
Me quedo con las deliciosas ranitas que vi en Puerto Rico, francamente.
Pero lo que me parece interesante, por decirlo así, suavemente, es esto de andar encontrando ejemplares de especies ya desaparecidas que alguna vez fueron dueñas de una parcela de este mundo y que alguna otra vez desaparecieron para volver así, como asombroso descubrimiento.
Eso, al lado de las especies que desaparecen ahora, hoy, ya, en estos minutos, en el tiempo que nos toca vivir, llama a la reflexión. ¿Será que el mundo está cambiando de piel? Claro que la humanidad, manirrota, estúpida, insensata, está haciendo lo suyo y los hielos se derriten en los polos y los tigres y las ballenas mueren y dejan detrás de sí dos o tres ejemplares que mucho que digamos no van a durar.
Pero a lo mejor es un modo de cambiar de ropa y nosotros no hemos hecho otra cosa que estimularlo y apurarlo debidamente.
Dentro de poco (muy poco, para mi gusto), ¿no estará el mundo poblado por otras especies que se comportarán de modos absolutamente inesperados?
Hace dos días apareció un yacaré en La Florida (a los que no tienen la suerte de ser rosarinos les aclaro que La Florida es una de nuestras playas más amadas, aclamadas y concurridas).
Un yacaré, bueno, es algo conocido, pero ¿qué hacía éste sino, tal vez, investigar en busca de un nuevo entorno? Una especie de avanzada, un ejemplar con escamas de indio bombero.
¿Y si mañana la Tierra se ve poblada por otras especies que aparecen a medida que las que conocíamos poco a poco se van muriendo?
¿Y si lo que pasa es que el mundo no puede seguir existiendo si no está poblado por animales, animalitos y animalotes que lo cuiden mejor de lo que lo hemos cuidado nosotros?