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Estrella distante

Hace unos días Adrián Rodríguez, un buen amigo, me dijo: “Ojo que la angustia a veces es una estrategia del cerebro para mantenerte en zonas de confort”.

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Hace unos días Adrián Rodríguez, un buen amigo, me dijo: “Ojo que la angustia a veces es una estrategia del cerebro para mantenerte en zonas de confort”. Me pareció una frase muy buena y le pregunté si me la podía apropiar, usarla en alguna oportunidad pero diciendo que era mía. Me dijo que sí. Justo la tarde posterior a esta charla tuve una de esas jornadas completas a las que Carlos Tomatis, el inolvidable personaje de Saer, denomina como bajo “la amenaza”. Es una buena definición. Hay una amenaza que no se sabe cuándo ni dónde se va a hacer presente, pero tiñe nuestro estado de ánimo como si nuestro cuerpo fuera un vaso y la amenaza una pastilla efervescente. Y justo tuve que hacer un viaje largo desde el sur de la Ciudad hasta el norte y me tomé un colectivo –el 151– que, para mi alegría, llegó vacío y limpio, porque Dios aprieta pero no ahorca. Me senté en uno de los últimos asientos individuales y –como estaba bajo la inminencia de la amenaza– me puse casi en posición fetal, con frío, y miré a través de la ventanilla. Entonces pasó Tato. Tato Peirano, un gran amigo, uruguayo, que trabaja en la imprenta del Congreso. Deduzco que, por la hora, venía desde ahí. Sí, estaba saliendo de su trabajo, deberían ser las seis de la tarde, o las siete tal vez. Caminaba de manera parsimoniosa. Con seguridad y bondad. Verlo caminar me dio ánimos. Pensé en su vida, una vida como la de muchos de nosotros, con felicidad y tristeza. Tenía, en su andar, algo de sobreviviente glorioso. Había logrado superar en su biografía muchas de las cosas que yo estaba atravesando y estaba ahí, con su portafolios en una mano, con la otra en el bolsillo, sonriendo. No lo habían vencido. Me acordé de un poema hermoso y pequeño, menos que un haiku, de William Carlos Williams. Se titula El hombre. Y dice así: “Es un extraño coraje/ el que me das, astro remoto:/ ¡Brillas sólo en la aurora/ a la que no perteneces!”.