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Exaltación de Lilita

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Patitos alineados. Elisa Carrió, en el verano de 2010, posa para PERFIL en una pileta de Punta del Este, respondiendo con ironía a la locura que le asignaban. | Adrián Stehlik / perfil

Según Freud, el dispositivo discursivo no está formado solo por hilación de palabras, es el deseo mismo lo que está constituido por nuestra relación con las palabras. Para Freud, el inconsciente era un lenguaje que elaboraba su información utilizando el proceso semántico de metáfora y metonimia conectando dos elementos semejantes o directamente sustituyéndolos. Freud ponía tanto énfasis en la relación entre las palabras y el inconsciente –tanto en los sueños como en los actos fallidos– que hubiese prestado mucha atención a que Elisa Carrió, después de vivir muchos años en pleno centro de Buenos Aires, eligiera para una fase más avanzada de su vida un municipio que llevara como nombre Exaltación de la Cruz y cuya localidad de cabecera se llamara Capilla del Señor.

Las provocaciones visuales de Carrió eran el equivalente estético del peinado de Javier Milei 

Además de cruz, capilla y Señor, con mayúsculas, exaltación refiere a la clase de vida que Dios vive, en estado de gran gloria y perfección, por poseer todo conocimiento y sabiduría. En la actualidad, el término perdió el significado religioso que tenía en el Medioevo y una persona exaltada es alguien fanatizado por su pasión (deriva de “pasivo” frente a la propia emoción incontrolable del ser). La exaltación sería la patología de la pasión: algo acalorado, descentrado, excitado, enardecido, frenético, impulsivo, sectario, temperamental o vehemente. 

Rasgos del carácter que podrían en parte asociarse a Lilita Carrió y que la hicieron y hacen tan atractiva para las audiencias, de la misma forma que la exaltación laica (materialista más que metafísica) de Javier Milei cautiva con su “ex-centricidad” a las audiencias más jóvenes. Consciente del atractivo que genera esa imagen de “locura bella”, la propia Lilita posó para PERFIL hace doce años en una pileta de Punta del Este con varios patitos flotadores a su alrededor, devolviendo con humor –y cuando los memes aún no era masivos– la crítica de Aníbal Fernández sobre que ella “no tenía los patitos en fila”. Menos elegante (por ser una foto casera para redes) pero igualmente desopilante y con el mismo fin, fue la foto de Carrió tres años después tirada bajo un camioneta diciendo: “Escondiéndome de @FernandezAnibal”. 

Esas provocaciones visuales de Lilita eran estéticamente equivalentes a la producción que se le hace con su peinado a Milei, con quien además comparte una lengua afilada, en el caso de Carrió con más años de lecturas.

La paritaria de Carrió. En un reportaje que le hice a Ernesto Sanz previo a las elecciones legislativas de 2017, el ex presidente del radicalismo se quejaba de que Carrió con sus métodos perturbadores obtenía más cargos para la Coalición Cívica que los que, proporcionalmente, le corresponderían por el aporte electoral que hacía a Cambiemos. En 2015 el aporte de ella fue fundamental, primero como blanqueador de Macri, sumado a que por entonces el PRO no tenía más figuras que Macri y Carrió, como gran espada mediática: le hacía frente a Cristina Kirchner. Hoy, Juntos por Cambio tiene una docena de dirigentes con visibilidad que se le animan públicamente a la vicepresidenta y es muy probable que al momento de construir las listas de candidatos de 2023 la Coalición Cívica termine resignando la mitad de sus cargos actuales. Algunos analistas asignaron la embestida de Carrió a la necesidad de negociar con los socios de la coalición una mejor participación en el reparto de candidaturas. 

Pero, como la inflación, quizá sea multicausal la motivación que llevó a Lilita a disparar contra tantos integrantes de la coalición opositora simultáneamente. La protección de su gente, su propio narcisismo, sus propias convicciones, un brote incontrolable de impulsividad, la influencia de terceros, y se podría seguir.

Patricia Bullrich, astilla del mismo palo, devolvió la bomba: antes en el PRO disimulaban

Pero no es la primera vez que Carrió se despacha duramente contra sus aliados, la diferencia es que esta vez recibió respuesta. Fue Patricia Bullrich, astilla del mismo palo, quien pocas horas después, y de madrugada, cruzó a Carrió habilitando, de alguna manera, a que luego varios salieran a criticarla públicamente, cuando en el pasado se hacían los distraídos y esperaban que la espuma bajara. 

Patricia Bullrich tercia con la candidatura natural de Rodríguez Larreta por un lado y el liderazgo originario de Mauricio Macri, quien además fomenta el reempoderamiento de María Eugenia Vidal, por otro. En síntesis, como un huracán, la exaltación de Lilia exaltó a todo Juntos por el Cambio.