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EL ECONOMISTA DE LA SEMANA

Exportaciones, el oxígeno competitivo del modelo

La participación en el PBI de las exportaciones de la Argentina se ha incrementado en forma sustancial a partir del nuevo nivel de tipo de cambio real que supuso la devaluación. Así y todo, éste es un ratio bajo dado nuestro tamaño de país.

Eduardofracchia150
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La participación en el PBI de las exportaciones de la Argentina se ha incrementado en forma sustancial a partir del nuevo nivel de tipo de cambio real que supuso la devaluación. Así y todo, éste es un ratio bajo dado nuestro tamaño de país. Deberíamos exportar mucho más. La Argentina, recordemos, pesa sólo 0,4% en el nivel de actividad mundial y un número similar en las exportaciones. Desde la devaluación, el país exporta US$ 30.000 millones adicionales, casi 70% por efecto precio, y el resto explicado por mayores cantidades. En 2007, llegamos a US$ 56.000 millones, lo que no es poco. El crecimiento de las exportaciones ha sido notable en esta “década ganada” para toda la región,  en especial por el boom en las commodities.
El caso chileno es, quizás, el más espectacular. Nos han pasado en términos de valor de las exportaciones básicamente porque el precio del cobre triplica su nivel histórico.
Nuestro país, ante un contexto más adverso en la economía internacional como el actual, dispone de un superávit de cuenta corriente asociado a la mayor competitividad de las exportaciones, que es un verdadero escudo ante shocks externos. Se suma, además, el superávit fiscal. Los superávits gemelos, casi estructurales, aunque muy dependientes del precio de las commodities, le dan fortaleza a la economía, pero no inmunidad frente a crisis potenciales.

Cómo somos. Algunos hechos estilizados del dinamismo exportador que merecen destacarse son:
- La extranjerización y la concentración en pocas firmas de las exportaciones suponen un patrón casi irreversible de nuestro comercio exterior. Son pocos los grupos nacionales con inserción destacada. Techint, Arcor y Molinos, por mencionar algunos. Sería deseable que se sumaran muchos más, como ocurre en el caso de Brasil y México.
- Todavía no se observan los efectos propios de la denominada  “enfermedad holandesa”, con ocasión del boom del precio de la soja, que ya pasó la barrera de $ 1.000 por tonelada.
- La cosecha es, en definitiva, el gran motor de las exportaciones que explica que puedan superar los US$ 75.000 millones en 2010 y los US$ 100.000 millones en 2015. La infraestructura de salida de la cosecha por puertos, caminos y camiones debe prepararse, para procesar sin tensiones logísticas los 120 millones de toneladas hacia el final de este gobierno. Pensemos con perspectiva que el debate de los años 70 era que no podíamos superar los 20 millones de toneladas de una cosecha que nos acompañaban desde la crisis del 30.
- Existen sectores con potencial exportador rezagados por diversas circunstancias. Como ejemplos típicos aparecen carne, energía, pesca y lácteos. El caso de la energía es estructural. Se aleja la idea-objetivo de que nuestro modelo de exportación también sumaba al bloque energético. Será un bien escaso la energía y volveremos a la época pre 70, salvo que aparezcan a futuro reservas del estilo Loma de la Lata.
- Por otra parte, otras industrias están demostrando ser muy dinámicas (minería, vino fino, cueros) en el comercio exterior, y se les sumaría el turismo, en este caso, como un servicio que aporta divisas.
- En los análisis de competitividad con la metodología CAN del IAE durante 2006, se observa que la zona vegetativa del diagrama resumen se corresponde con las manufacturas agropecuarias (MOA) y que la zona dinámica es ocupada por las MOI. Esta cuestión se relaciona con el desafío de salir de la primarización de las exportaciones.

Racimo de estrellas. Está planteado el desafío de continuar creciendo a 15% anual en exportaciones (9% por precio) con un tipo de cambio real que va a la baja 15% por año (5% de incremento nominal del dólar y  20% de caída en los precios). El sendero de precios de largo plazo pareciera ser promisorio para sustentar esta expansión.
En una visión de prospectiva “a la Fogel”, en Asia estará el gran consumo del mundo. China en 2040 tendrá tres veces el PBI actual de todo el planeta y sabemos que su superficie cultivable es relativamente escasa, un tercio de lo que precisaría para el abastecimiento.
La complementariedad con Asia es la gran novedad de este nuevo tiempo de inflexión en el comercio exterior que hace emular para los optimistas el ciclo de expansión 1880-1930.
En lo que se refiere al frente institucional, la coordinación público-privada no es deficiente aunque puede dar más frutos. La Cancillería avanza en su estrategia producto por producto, país por país. No hay intentos serios de integración. Se ha vuelto pragmática la posición y se extrañan los grandes sueños de formación de bloques de los 90. El ALCA está casi muerto y el Mercosur en hibernación. No es un punto menor que con Brasil estemos en un déficit comercial crónico. El patrón de los 90 con ligero superávit para nuestro país se ha revertido aparentemente de modo irreversible a pesar del tipo de cambio bilateral favorable.
En lo referente al frente institucional internacional, la Ronda Doha de la OMC tiene poco para ofrecer en el terreno de más exportaciones y la disputa por los subsidios es un tema para después de 2020, cuando haya que optar en Europa por apoyar al campo o a la 3ª edad.
Dinámica. En definitiva, las exportaciones representan una variable fundamental del modelo, funcionales para el frente fiscal. Sirvieron para consolidar el rebote y dieron un empuje a las economías regionales a partir de los clusters repartidos en la vasta geografía del país. Son el termómetro más concreto de la competitividad. Para la dinámica macro de Argentina y de sus empresas habrá que seguir de cerca las exportaciones y el proceso de mayor incorporación de valor en las cadenas con salida comercial externa así como los nuevos clusters de exportación que se vayan generando por iniciativa pública o privada.
Todavía sería muy atrevido hablar de milagro argentino cuando estamos 30% por encima del pico de la convertibilidad. Pero si quisiéramos mantener el 8% anual de crecimiento, valores de milagro, hasta el bicentenario de 2016, la exportación debería crecer a dos dígitos en forma sostenida.
Cuando se analizan los complejos exportadores, esto es factible ya que hay enorme potencial en el área de oleaginosos, granos, carne, alimentos elaborados, minería, petroquímica y autopartes, entre otras. Los socios naturales del comercio, que son Brasil y China, están en procesos de crecimiento sostenido y serán clientes valiosos.
El Estado debería ser creativo para no poner trabas que bloqueen la expansión de los sectores sensibles para el mercado interno. Lo que cuesta imaginar es un nuevo gran sector estrella como fue la soja, sino más bien es lógico pensar en un racimo de nuevas industrias en consolidación. El panorama es promisorio y está por sorprendernos.