Es un momento histórico para el movimiento feminista argentino y latinoamericano. Es un logro del movimiento que con perseverancia viene concientizando desde 1984. Es una gran emoción para quienes venimos en esta lucha hace más de treinta años obtener finalmente la escucha del Estado ante la masividad y el compromiso del reclamo organizado intergeneracionalmente en trasversalidad, pluralismo y diversidades. Es también un homenaje a las que ya no están: Dora Coledesky, Florentina Gómez Miranda, Cecilia Lipszyc, Liliana Chiernajowsky, Claudia Selzer, Lohana Berkins, Clelia Iscaro, entre otras. Nos sostienen la historia, la densidad de los argumentos elaborados y de las prácticas desarrolladas a partir de 34 años de Encuentros nacionales de mujeres (hoy Plurinacionales de mujeres y disidencias) -fenómeno único en el mundo-, 14 Encuentros feministas latinoamericanos y del Caribe y cientos de documentos internacionales que son el producto de nuestra articulación global como sociedad civil en torno a las Conferencias de Población y de la Mujer de Naciones Unidas a lo largo de estos años.
La última versión del proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito que redactamos de manera participativa, recogió los consensos de las diversidades y fundamentalmente la visión de las personas con capacidad de gestar y los saberes prácticos y teóricos de quienes están en el día a día del acompañamiento a quienes pasan por esta situación tanto como de las académicas feministas de las más diversas disciplinas.
El derecho al aborto hace años que está en las calles. Más de 100 ciudades de todo el país hicieron pañuelazos y llegaron adhesiones de diferentes puntos del planeta poniendo una vez más la voz de la ciudadanía femenina en la agenda política.
Reconocemos el compromiso con el movimiento de mujeres de diputades y senadores sorores que durante muchos años presentaron y representaron el proyecto de la Campaña desde el 2007 hasta llegar a buen puerto.
Sin dudas hubo un parteaguas en el 2018 con la aprobación en Diputados y otro cuando el Presidente envió su proyecto de ley de legalización del aborto siendo -hasta donde sabemos- el primero en el mundo con una iniciativa de esas características. Esto implicó reconocer en nombre del Estado la ineficacia de la legislación penal vigente hasta entonces y las consecuencias discriminatorias nefastas del sistema sobre las mujeres más humildes.
La decisión política del Presidente Fernández completó las condiciones que en general han acompañado la sanción de este tipo de leyes: movilización popular, transversalidad en las alianzas parlamentarias que las sostienen y voluntad del Poder Ejecutivo. Así lo logramos con las leyes de divorcio y equiparación de los hijos matrimoniales y extramatrimoniales en los 80, con las leyes de cupo en los noventa, al iniciar este siglo con las leyes de procreación responsable y salud reproductiva y en la última década con las leyes de matrimonio igualitario, identidad de género y la de paridad en los cargos electivos. A su vez el envío conjunto con la Ley de los 1000 días reforzó la vocación de un Estado presente para apoyar y acompañar a las todas personas en sus planes de vida cualesquiera sean y también amplía los derechos de les niñes en la primera infancia, satisfaciendo otra demanda del movimiento de mujeres.
En momentos en que crujen las democracias en América Latina porque muchos de sus gobiernos someten a sus pueblos a ajustes estructurales y pagos de deuda impagables contra la voluntad popular, que importante es hacer lugar a esta genuina expresión de la democracia participativa y del movimiento feminista, en particular, ratificando nuestra condición de Estado laico y dejando entrar la vida cotidiana al Congreso de la Nación como una de esas excepcionales veces en que esto sucede para mejorarle la vida a muchas y algunes sin perjudicar a nadie. Ya es ley!
*Doctora de Derecho y Profesora de Derechos Humanos UBA. Presidenta de la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos. Integrante de la Red de Defensoras del Ambiente y el Buen Vivir.