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pelea por la gobernacion

Factor Conurbano

El GBA dispara operaciones entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez. El rol de Scioli y de Granados.

“Empulgado” Aníbal Fernández.
| Dibujo: Pablo Temes

Con el pedido de neutralidad a los intendentes del Conurbano en las PASO que resolverán cuál de las dos fórmulas oficialistas competirá por la gobernación bonaerense, Aníbal Fernández dejó al descubierto dos dificultades para su candidatura. Si la más visible es el rechazo de la opinión pública por integrar un gobierno incómodo frente a esa posición, la que le plantea el legado de la presidenta Cristina Fernández a los jefes comunales no es menos importante.

La recuperación de protagonismo y la condición de sujetos políticos decisivos al mando de una región con casi el 70% del padrón electoral provincial y cerca del 40% del nacional, es consecuencia directa de las flaquezas de los binomios digitados de urgencia en la Casa Rosada tras la negativa de Florencio Randazzo a encabezar uno de ellos.

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Tan innegable es la contribución del ministro del Interior y Transporte para facilitar el tránsito hacia un nuevo ciclo como la paradoja expuesta por Cristina al final de su mandato: termina por beneficiar a quienes se juramentó combatir tras la muerte de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner. Suceso clave en su reelección.

Atrapado en ese laberinto, el jefe de Gabinete ensaya una vía de escape valiéndose de la diplomacia que los denominados barones del Gran Buenos Aires utilizan para eludir definiciones.

La neutralidad que le prometió Jorge Ferraresi en Avellaneda fue la excusa para reunirlo esta semana en su despacho junto a otros cuyo apego a esa consigna se revela insuficiente para explicar la permanencia de 25 años al frente de gobiernos municipales –como Raúl Othacehé en Merlo y Julio Pereyra en Florencio Varela– pero también para el nuevo mandato que procura garantizarse Ferraresi. Eso es lo que insinúan los aliados de Ernesto Sanz en el seno de Cambiemos para explicar la impugnación contra la candidatura a intendente de Gladys González de los ediles radicales Pablo Galetovich y Miriam Graiño, por incumplir el año de residencia exigido por el artículo 191 de la Constitución bonaerense.

Diputada nacional del PRO y oriunda de Bolívar, González lleva a Susana Marco Romero como tercera candidata a concejal. Lugar al que antes de presentar la denuncia exigió Graiño, ligada a Ricardo Alfonsín y con mandato hasta el 10 de diciembre.

La hipótesis del sector de Sanz no basta para justificar una situación que se replica en otros territorios y desnuda la falta de reconocimiento a su conducción partidaria pero ayuda a comprender el empeño de Fernández en rotular como una expresión porteña a la fuerza de Mauricio Macri. Los veinte puntos de intención de voto que recoge es una amenaza en el Primer Cordón del Conurbano.

Ese fue el argumento para imponer a Julián Alvarez como único candidato a intendente por el Frente para la Victoria en Lanús y cerrarle la posibilidad de otro período en el cargo a Darío Díaz Pérez. Junto a Daniel Di Sabatino en San Vicente, son casos testigo de alineamiento automático con el poder central por déficit crónico de legitimidad. Cristina los superó por 14 puntos en sus distritos en los comicios del 2011, cuando los tres fueron por la reelección.  

El secretario de Justicia y Díaz Pérez posaron esta semana para una foto con Julián Domínguez y Fernando Espinoza, la fórmula más próxima a Cristina pero también a Daniel Scioli, obligado a desarrollar una peculiar afinidad con el presidente de la Cámara de Diputados: prefiere un crítico a su estilo de liderazgo a que la imagen negativa de Aníbal contamine la suya, vital para ganar en primera vuelta, meta de por sí difícil.

Encuestas. Inhibido de apelar a la verborragia habitual en esta situación delicada, el jefe de Gabinete apeló a la aparente frialdad estadística para sustituirla. Según un sondeo de Aresco en la última semana de junio, aventajaría por diez puntos a su competidor. Las difundidas por su adversario parecen abonar esa hipótesis: superaría por apenas cinco puntos a

Aníbal en el emblemático partido de La Matanza, gobernado por su compañero de fórmula.

El bajo nivel de conocimiento de Domínguez y Espinoza es un obstáculo para los planes de Scioli, en los que gana terreno Alejandro Granados gracias al último mantra de los intendentes: el combate contra la inseguridad. Consulta obligada para la provisión de efectivos y logística pero también de relevos y designación de autoridades policiales, el ministro se convirtió en un virtual jefe de campaña.

Hay otro atractivo adicional de Granados para el gobernador y candidato a presidente. Es el responsable de la relación política con Martín Insaurralde, el mejor ponderado por los bonaerenses entre todos los jefes comunales. Después de La Matanza, Lomas de Zamora tiene el padrón electoral más importante de la Provincia.

Insaurralde mantiene una fría enemistad con Domínguez y Espinoza, acicateada por el baño de humildad en que debió sumergir su candidatura a gobernador, actitud depuesta en forma circunstancial por pedido de Granados. Los cuatro compartieron actos en los últimos 15 días.

Fernández parece dispuesto a permanecer ajeno a cualquier vicisitud. Incluso la resistencia de Othacehé y Pereyra a Martín Sabbatella, titular de la Afsca y candidato a vicegobernador. Aunque para eso deba cargar en el pecho con el frío del poder, el mal que aquejaba al Aureliano Buendía de Cien años de soledad y contra el que resultaba insuficiente cualquier abrigo pues se inspiraba, precisamente, en el miedo a perderlo. Casi tanto como invocar la neutralidad cuando se escurre como un sudor gélido por debajo de la camisa.

*Analista político.