COLUMNISTAS
candidatos

Felisa elige

Mañana se vota. Los candidatos-productos ya están en el bazar. Si fuera un Oscar, el rubro no pasaría de ser el del modesto actor de reparto.

Rafaelspregelburd150
|

Mañana se vota. Los candidatos-productos ya están en el bazar. Si fuera un Oscar, el rubro no pasaría de ser el del modesto actor de reparto.
Estas elecciones son –más que muchas– muy vulgares. Por “vulgar” no pretendo insultar a nadie, y reconozco que el término es huidizo. Tiendo a pensar que lo vulgar radica en las definiciones más o menos a priori, medio para el gusto de todos. De un todos que no parece incluir a las personas reales. Siempre parece que las elecciones están en manos de los temidos otros.
La Web es, en este sentido, una mezcla de vulgaridad y sofisticación que no para de ofrecer sorpresas. Porque si en algo puede predecir temiblemente los acontecimientos del mundo, es en que nos enfrenta con el gusto anónimo de ese temido “otro”, que parece coincidir con todos los atributos del vulgo. Así, acabo de descubrir un blog notable: “Felisa critica”, donde una señora de mi barrio de Almagro comenta las películas nacionales. Es imperdible, aun en su borde más perverso. Si bien se le ve la presencia de una mano estética más allá de ella, una manipulación adrede de lo freak y lo espontáneo, una vez que Felisa empieza a hablar desde todos los sitios del sentido más común, con el derecho ineluctable que da decir “a mí me pasa esto”, la cosa no tiene desperdicio. Felisa califica de 1 a 10: ¿por qué no hacerlo, si lo ha aprendido de la vulgaridad de los diarios de su época? No hay nada malo en su gusto; lo irritante es que todo lo que es complejo, ambiguo o incierto le parece un error, un escollo, y frunce literalmente la naricita. Lo que es fácil y mersa –en cambio– le encanta. Felisa se disculpa mucho, aduciendo pertenecer a otra época, como si hubiera un tiempo –el de la juventud de mi abuela– en el que la ambigüedad, la incertidumbre o lo complejo no hubieran existido. Me da algo de pena, Felisa. Sin malicia. Su mundo agoniza, y no creo que lo vaya a encontrar nunca más en el cine que está viendo. Así que se desquita calificando, eligiendo, votando. Lo mismo que hará –tal vez– mañana.
A veces creo en un axioma antipático y misterioso: si te gusta mucho lo feo, cada vez que veas algo horrendo vas a decir qué lindo.