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Fideicomiso Sarlo

Lo primero que hice fue escribir a Andrés Duprat un mensaje que decía “¡Todo esto es culpa tuya!”. Lo segundo, analizar toda la documentación que usó Daniel Gigena en relación con el caso judicial Sarlo y que, pese a sus reiteradas preguntas, el Club de Amigos de Beatriz mantuvo en reserva. Lo que en principio parecía un mero pliegue de “la realidad imita al arte”, donde el encargado Melanio copiaba al Eliseo de la serie El encargado, pronto se reveló más complejo.

Beatriz Sarlo habría escrito sendas voluntades testamentarias ológrafas, dejando el departamento donde vivía y el cuidado de su gata al encargado de su edificio, Melanio Meza López. Suena verosímil, ya que el amor a los gatos era el único rasgo humano de Beatriz.

Del otro lado, el Club de Amigos pidió la restitución de Alberto Sato (cincuenta años después de la separación) como heredero, para que él pueda formar un fideicomiso para beneficio del Club de Amigos, que crearía un Centro Cultural a partir del escaso patrimonio de Beatriz.

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Tanto la biblioteca como el archivo de Sarlo estarían en el CeDInCI, lo que está bien. Si el juicio sucesorio decidiera que no hay herederos legítimos de Sarlo, su patrimonio pasaría a manos del Estado, lo que tampoco está tan mal.

En un programa radial, Reinaldo Sietecase entrevistó a Adriana Amante en su carácter de “albacea” de Beatriz Sarlo (no lo es, como tampoco lo es Sylvia Saítta, lo que habría sido más verosímil). Melanio organizaba la vida cotidiana de Beatriz (le hacía las compras y había advertido a los encargados de la cuadra que guiaran a Beatriz cuando ella no sabía cómo volver a su casa). Para recuperar la capacidad de fundar un fideicomiso con la herencia de Beatriz, Amante dice dos cosas alarmantes: que Beatriz “ya no era la Sarlo de siempre” y que “cuando una está sola a la noche” puede firmar cualquier cosa.

No se entiende, entonces, que una persona tan supuestamente disminuida cognitivamente y tan “sola” haya sido dejada a la buena voluntad de Melanio. Ojalá todo se resuelve en favor de la memoria de Beatriz y no de un “Nosotros” que se coloca en un lugar tan incómodo y tan inconsistente.