COLUMNISTAS
TRAGICA MUERTE

Fuck you

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Para entonces este agujero sin fondo se habrá ido rellenando. Ya saben.

Las cosas, los asuntos, los chismes del portero, las expensas, el pronóstico, la rutina, el asalto acá a la vuelta, las compras, la comida, la escuela, el trabajo, los amigos, la familia, la salida, dormir, el fútbol, los descensos, las barras bravas, el cine, la cena, los libros, las cuentas, los pagos, la luz, el gas, los exámenes, los chicos, el club, el gimnasio.

También la calle, el bondi, las pintadas, el subte, los grafitis, el tren a hora pico, los diarios, los títulos, el viejo jubilado muerto “en ocasión” de robo, los qom, las listas, las paso, la década ganada, La Cámpora, Báez, los choreos a mansalva, el café, el frío, la lluvia y los auriculares.

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Y un poco de Un ángel para tu soledad, un poco de Los Redondos –“ya sufriste cosas mejores que éstas/ y vas a andar esta ruta, hoy, cuando anochezca/ tu esqueleto te trajo hasta aquí/ con un cuerpo hambriento, veloz/ y aquí, ¡gracias a Dios!/ uno no cree en lo que oye”.

Y un poco de tiempo, y un poco de mierda, y un poco de bronca, y un poco de vino, y la concha de su madre, y los hijos de puta, y un poco más de viento al final para alisar el pozo del pecho y nuestra vidita se repondrá y, mal que mal, seguirá andando.

Ya el domingo a la noche, todos nos sentiremos mejor. Para entonces, nada habrá cambiado, los cartoneros seguirán revisando a ver qué hay, los manteros a las calles, los buscas a los bares, la miseria seguirá ahí, a la vista, en Formosa, en el Chaco, en Tucumán, en Santiago del Estero, en los arrabales, en el centro, en el Conurbano, los desechos humanos ahí, en las calles, y los derechos humanos de los que mandan se seguirán revisando, juzgando, condenando y compensando con unos pesos extras.

Pero el domingo es probable que Fátima o la sueca o Lanata, iluminado por Néstor, hagan algo para ayudar a recuperar la mueca “de lo que soñamos ser”.

El fuck you nocturno, como la pasta o el asado del mediodía, es ya un clásico argentino de la época. Una gesta en la que, sentaditos en el living, nos sentimos partícipes de una batalla casi heroica por el rating.

Al fin, somos los que sumamos, los que decidimos, un punto más o menos del rating. ¡Y vamos ganando, como en Malvinas!

Se relame Báez en sus posesiones, toca las botellas, las acaricia, pasa un paño seco a los capós de los autos y los deja aun más brillantes, muestra sus quinchos, sus parrillas, su grasa.

Su gordo dedo sin hueso se mete en el culo del país. Al otro lado de la pantalla la saliva se espuma en la boca abierta de los que miran por el ojo de la cámara y millones de dedos señalan el culo de Báez y avanzan hacia él. ¡Fuck you, Báez!, y hacemos una pausa.

De madrugada, en las cloacas de las redes sociales se evacuan los últimos intestinos y la semana concluye al fin con la sensación de que cada uno ha hecho lo que tenía que hacer: robar, odiar, zafar, mirar, putear, mentir, reclamar, acusar, señalar, indignarse, culpar al imperio, a la opo, a la corpo, a la izquierda, a la derecha, a los montos cómplices de los milicos asesinos, a Verbitsky, a la mafia de los sindicatos, a Gerardo Martínez, a los políticos traidores, a Aníbal Fernández, y así.

Y al cabo de un par de horas, gran parte del país se irá entonces a dormir redimida por la ilusión de que, al menos, ha logrado meter un dedo propio en culo ajeno.

Pero no, no, hay algo que no. Ya no. Al menos no este domingo.

*Periodista, coordinador de AM 1110 - La Once Diez, FM 92.7 - La 2x4, y del Canal Ciudad Abierta, medios públicos de la Ciudad.