“La libertad está sobrevalorada”, leo de un usuario oficialista de Twitter que busca refrendar el pase sanitario. Me pregunto por su reacción si el pase hubiese sido obra de la oposición e imagino tuits del estilo “Otra medida fascista”. Es que, grieta mediante, la pandemia se politizó de la peor manera y lo sanitario se discute desde perspectivas sesgadas, interesadas, conspirativas e incluso idiotas.
Me concentro en la cuestión de la libertad, más trascendente y universal que los discursos frecuentemente vacíos de nuestra política. Lo primero que me viene a la cabeza es algo planteado por el escritor español Juan Francisco Ferré: “Vivimos una época en la que todo el mundo se cree libre porque así se lo han dicho los que tienen interés en que nos sometamos a la norma más conveniente (...) Somos libres como consumidores estandarizados o no, pero poco más. Como sujetos políticos, nos comportamos como en el supermercado, eligiendo entre la oferta disponible sin poder hacer nada más”.
Si la libertad como ideal fue desdibujándose paulatinamente a través de los años, las pretensiones de recobrarla que muchos enarbolaron a partir de la pandemia están, cuanto menos, desfasadas. ¿Cómo podría recuperarse lo que no se tuvo?
Tal vez, quienes insisten con las libertades individuales perdidas por las restricciones que trajo el Covid-19 (innegablemente arbitrarias y fallidas en muchos casos), estén dándose cuenta tarde de un estado de cosas que venía consolidándose desde mucho antes de marzo de 2020, casi sin oposición ni resistencia.
