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Fútbol de excepción: incorporaciones de lujo en medio de una economía en crisis y sin dólares

La llegada de Cavani a Boca inició una ola de contrataciones como hacía rato no sucedía. Lanzini a River y JuanFer Quintero a Racing sumaron argumentos para acotar la enorme distancia que sacó en los últimos años el fútbol brasileño con respecto al argentino. ¿Cómo hacen estos clubes para tentar a futbolistas que podrían cobrar cinco veces más en países como Estados Unidos o Arabia Saudita? La apuesta por la Libertadores (que no es solo deportiva), contextos políticos y balances superavitarios, entre las primeras explicaciones.

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Tres sonrisas. Lanzini dejó el West Ham y se sumará por un año a River. JuanFer Quintero salió del Junior para firmar con Racing, aunque está a la espera de lo que indique la revisión médica. Cavani generó ilusión y orgullo en La Bombonera. | prensa river/NA/prensa boca

Durante muchos años, el fútbol argentino se acostumbró a ver casi con resignación cómo los clubes brasileños se reforzaban con jugadores de élite, estrellas que por lo general dejaban Europa para jugar en el gigante país vecino. La frase se extendió en casi todas las canchas, bares y grupos de WhatsApp: “No podemos competir con Brasil”. El argumento era futbolístico, pero sobre todo económico: la distancia entre un torneo y otro representaba también la distancia entre las dos economías: la fragilidad del peso argentino contra la apreciación del real. Mientras acá solo se aspiraba a vender para pagar las cuentas, al Brasileirao llegaban Arturo Vidal, Fernandinho, Marcelo, David Luiz, William o Luis Suárez.

En la última semana, esa ecuación se detuvo. Una pausa en medio de la crisis. La presentación de Edinson Cavani en Boca, más la llegada de Manuel Lanzini a River y la de JuanFer Quintero a Racing trastocaron un escenario que parecía permanente. Los tres son refuerzos de jerarquía que podrían haber ido a Brasil, a Estados Unidos o a Arabia Saudita, y sin embargo llegaron al fútbol argentino.

Es cierto: los tres llegaron en condición de libres, por lo que ninguno tuvo que comprarle sus pases a un club del exterior, lo que es casi una norma en el fútbol actual: cada vez son más los futbolistas que migran con el pase en su poder. Desde estrellas internacionales como Lionel Messi, figuras del ámbito local como Matías Rojas –quien hace unas semanas se fue al Corinthians libre de Racing– hasta jugadores del Ascenso. 

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Pero Cavani, Lanzini y JuanFer tendrán contratos dolarizados y altos, impropios de una economía de extrema fragilidad como la de Argentina. Si bien el monto que cobrará Cavani no se difundió, quienes conocen el mundillo de Boca ofrecen dos contratos para referencia: el de Darío Benedetto, quien cobra 1,2 millones de dólares anuales; y el de Marcos Rojo, el contrato más alto del plantel, cercano a los 2,5 millones de dólares al año. ¿Cómo lo pagará? La explicación está en las transferencias de Alan Varela al Porto (9 millones) y Luis Vázquez al Anderlecht (7,5 millones), más lo obtenido por la venta de Mateo Retegui.

El contexto político también juega. En el segundo semestre de un año electoral, la apuesta de Juan Román Riquelme es ganar la séptima Libertadores. “Invirtiendo en jugadores importantes, si te va mal, luego amortiguás el golpe. No es lo mismo que te haya ido mal con Cavani que con Vázquez y Merentiel”, analiza un dirigente. 

Lo de River –a Lanzini se le podría sumar el regreso de Pity Martínez– se explica solo con el balance 2022-2023 que acaba de aprobar la comisión directiva, con un superávit histórico de 6.500 millones de pesos. El club consiguió ese saldo positivo a través de los ingresos de sponsoreo, el naming del estadio, la venta de entradas y la cuota social. La venta de futbolistas va por otro canal, lo que explica también el poder de compra que tienen el presidente Jorge Brito y el técnico Martín Demichelis. River todavía recibe ingresos por las dos mejores ventas de su historia: las de Julián Álvarez y Enzo Fernández. Son dólares que administra con documentos para beneficarse del tipo de cambio (que siempre tiene que ser el oficial). Demorar su cobro implica asegurarse una cotización más alta.

Lo de Racing también es una apuesta. Es distinta a la de Boca o a la de River, pero no deja de ser una apuesta. Después de años de reclamos y quejas contra Víctor Blanco por su austeridad, el presidente de Racing intentó dar un golpe de efecto. El cálculo que hacen en Avellaneda es simple: si Racing llega a pasar octavos y cuartos, el dinero que le ingresaría de la Conmebol paga el esfuerzo que hicieron para traer a JuanFer, Roger Martínez y las demás incorporaciones. El problema será si en la revancha contra Atlético Nacional en Avellaneda juega como lo hizo el jueves pasado en Medellín.