Una amiga me recomendó ver Paisanos, retazos del gaucho bonaerense, serie documental dirigida por Igor Galuk que, pese a haber sido estrenada hace unos años, no había pasado por mi siempre distraído radar. “El capítulo dedicado a los puesteros me hizo acordar mucho a mi papá”, dijo mi amiga medio emocionada al hacer la recomendación, llevándome a pensar en el mío, que no fue puestero ni nada que se le parezca, pero había pasado la infancia en el campo, y siempre volvía.
Con ocho capítulos grabados en distintas localidades rurales de Buenos Aires, la serie es una joya del género, tal vez comparable en su honestidad al documental El color que cayó del cielo, de Sergio Wolf, sobre buscadores de meteoritos. “Paisanos plantea redescubrir ese patrimonio cultural, que aún sobrevive en la modernidad y mantiene viva la identidad, la cultura y tradición”, había dicho Galuk en una de las entrevistas que le hicieron cuando la estaba presentando y, al verla, sus intenciones se comprueban. Las artes y los oficios de esos hombres y mujeres que viven en un cotidiano completamente distinto al que proponen los grandes centros urbanos se exponen en detalle y lejos de la mirada condescendiente que suele proyectarse sobre el campo cuando se lee desde la ciudad.
Galuk muestra a sus héroes tal como son, sin escatimar escenas particularmente crueles para las sensibilidades contemporáneas, como el sacrificio de animales, la castración o la jineteada y –lo más importante– dejándolos hablar. La síntesis de los testimonios resulta tan asombrosa como el acuerdo en ciertas posiciones muy claras respecto de lo que significa ser gaucho en un tiempo y espacio que van en otra dirección. La soja los fue corriendo de sus históricos lugares, la masificación del agronegocio y la producción estandarizada los fueron despojando de sus actividades. “Ganamos cosas con el progreso porque antes debíamos iluminarnos con un candil, pero en términos de preservar nuestra identidad es todo pérdida”, dice uno de ellos, en tanto otro, muy joven, se jacta de preferir salir a andar a caballo que “jugar a la play” como sus amigos.
Tejedoras, cantores, asadores y sogueros suscriben a la consabida noción de “gauchada” como sinónimo del buen obrar, del favor, del gesto desinteresado y se muestran orgullosos de su pertenencia. Aunque todos parecen duros si se los compara con los prototipos que generan las capitales, también exhiben –probablemente en forma involuntaria– algunas terneces que los enriquecen como personajes, sobre todo cuando hablan del vínculo que tienen con sus animales y cómo aprendieron a cuidarlos para poder convivir.
Prácticas ancestrales como la doma india y una relación extraordinariamente directa con los elementos necesarios para llevar a cabo un quehacer que define la vida y la muerte pelean por sobrevivir a costa de la habilidosa tenacidad de sus cultores. Cada alocución se reviste de una sabiduría discreta que me hizo recordar mi propia infancia, cuando andando a caballo con mi papá cruzamos a un paisano tirado en el pasto que, como saludo, espetó: “Estoy juntando sol, patrón”. La frase me sonó rara y papá se apuró a aclararme que el tipo, efectivamente, necesitaba hacer una especie de acopio solar porque en julio los días son cortos y en los ranchos no hay fuego que alcance. Esa parquedad con ribetes poéticos, extravagante en tiempos de excesiva discursividad, es otro de los encantos que Galuk supo captar en su serie, admirablemente musicalizada por Edgardo “Chino” Rodríguez.
“Por lo menos, acá en Buenos Aires, los gauchos vamos a desaparecer”, lamenta sin estridencias uno de los asadores del episodio consagrado al tema. Otro, mientras juega con el verijero que tiene en la mano, insiste en que ni la boina, ni el poncho, ni las alpargatas, ni la bombacha son lo que “te hace gaucho”, porque la identidad gauchesca está hecha de otras cosas de visualización bastante más sutil. Sin embargo, todo parece indicar que, dentro de poco, los saberes del campo se cristalizarán exclusivamente en eso: un outfit que algún Icardi podrá lucir para una platea internacional de redes sociales.