En el marco de su acostumbrado doble discurso, el domingo electoral el Presidente pronunció dos mensajes contradictorios en un breve lapso, en los cuales siguen ausentes las temáticas que hacen nada menos que al lamentable estado del cuerpo nacional, acosado por la anomia cambiaria, la desocupación, la caída inexorable del poder adquisitivo, la inexistencia del peso como moneda nacional, el avance de la pobreza y la inseguridad, el terror del narcotráfico y el desorden urbano creciente, producto de las múltiples y cotidianas concentraciones (que impiden el libre desplazamiento de los pacíficos ciudadanos que necesitan acceder a sus ocupaciones) ante la pasividad de quienes deberían asegurar la vigencia del precepto constitucional de ”transitar libremente el suelo argentino”.
Ocupan el centro de la discusión, en cambio, el silencio y/o las cartas de la vicepresidenta, las especulaciones en su torno, las disputas internas en el oficialismo, así como un poco saludable clima con vistas a candidaturas mediante, en el frente opositor, y también el hecho de que, con centelleante velocidad, se dispuso la convalidación exprés de 116 DNU antes del recambio en el Senado, algunos de ellos de profunda significación.
Adicionalmente, y quizás fruto de la muy crítica situación de las finanzas públicas, cobró inusitada urgencia en los dichos oficiales el posible acuerdo (postergado innecesariamente por casi dos años) con el FMI.
El anuncio presidencial en tal sentido revela la necesidad de evitar que las reservas netas del Banco Central muestren signo negativo en el arranque de 2022 y fuercen un salto del dólar oficial, tras haber sacrificado inútilmente US$ 2.500 millones en los últimos meses solo para evitar una estampida del tipo de cambio no oficial previo al acto eleccionario (La Nación, 20-11-21).
La bienvenida toma de conciencia sobre la urgencia en resolver esta crucial encrucijada, a despecho de no tan lejanas expresiones del kirchnerismo contrarias a un acuerdo, se basa en que un default con el Fondo implicaría que la Argentina podría dejar de recibir financiamiento de organismos como el Banco Mundial y el BID, así como cartas de crédito para su comercio exterior, o que por falta de financiación nuestras padecientes industrias se vean impedidas de importar algunos de sus repuestos e insumos vitales para proseguir con su actividad productiva.
En este contexto, la imprevisibilidad y falta de coordinación habituales en el modus operandi del Gobierno se acentuó después de las elecciones legislativas. Una prueba es la prohibición del Banco Central para la venta en cuotas con tarjetas de crédito de pasajes al exterior y servicios de viaje, impuesta de manera sorpresiva, restricción que, al reducirse los vuelos internacionales, afectará también el flujo de viajeros extranjeros en un momento donde las divisas producidas por el turismo receptivo serían mucho más que bienvenidas.
En otro orden, y consistente con la obsesión K de búsqueda o creación de cajas, se dio a conocer una insensatez mayúscula cuando el oficialismo, con rapidez, logró hacer aprobar en Diputados el dictamen de un proyecto de ley que crea una tasa de hasta 3% sobre todos los productos envasados, que habrá de impactar en los precios, justo a contramano del discurso oficial de lucha contra la inflación.
Esta iniciativa constituye lisa y llanamente un nuevo impuesto distorsivo y en cascada, que se trasladará a los consumidores. Y fundamentalmente creará una enorme caja, que analistas ya han estimado entre $ 300 mil y 420 mil millones anuales. No obstante, cabe esperar que, a pesar del apuro oficialista, no puedan lograr su aprobación antes del 10 de diciembre próximo, momento a partir del cual el oficialismo pierde sus mayorías legislativas.
Sería imperioso que la próxima conformación del Congreso Nacional restablezca los necesarios debates sobre las prioridades fundamentales que exige la crítica hora actual, a despecho de las urgencias kirchneristas, ya sean de creación de cajas como de resguardo de su poder e impunidad.
Quieran los legisladores hacerse eco de esta crítica hora.
*Economista. Presidente honorario de la Fundación Grameen Argentina.