Es de mala praxis periodística, una clara violación a las normas éticas y profesionales que rigen este oficio, el publicar información errónea. Más grave cuando ello afecta a personas o instituciones. Es de buena praxis periodística rectificar lo publicado, aclarando los datos y –aunque tarde, claro– procurando limpiar lo que esa acción había provocado.
El domingo 24 de febrero, la sección Protagonistas incluyó en su página 58 una nota vinculada con la muerte de Natacha Jaitt, quien se hizo célebre al revelar intimidades de artistas, políticos, periodistas, deportistas y personajes de la farándula. En el artículo titulado “Denuncias, drogas y prostitución vip: la vida de escándalos que llevó Jaitt”, se afirmaba que ella acusó en la mesa de Mirtha Legrand a varios periodistas y famosos de delitos graves, “algo de lo que después no pudo aportar pruebas en la Justicia”. Entre los citados por el redactor Agustín Gallardo estaba Luis Majul, quien se dirigió indignado a la jefatura de Redacción de PERFIL. Tenía razón al quejarse: en aquella mesa no se habló así del tema, y mucho menos se lo mencionó a Majul.
Este ombudsman pidió a quien escribió el artículo y al editor de Protagonistas, Ernesto Ise, aclaraciones sobre un hecho que desnudó, sin lugar a dudas, la ausencia del chequeo informativo imprescindible antes de publicar. La respuesta de Gallardo es esta: “El domingo pasado publicamos una nota donde nos propusimos contar cuáles fueron los escándalos de Natacha Jaitt. La información fue tomada de notas anteriores con la finalidad de hacer dicho racconto. En la redacción del texto se cometió el error de mencionar a Luis Majul entre los periodistas que Natacha Jaitt habría señalado. La realidad es que Jaitt hizo mención solo con iniciales de profesionales del medio, pero en ningún momento hizo referencia a Majul, quien sí hizo declaraciones para criticar a Mirtha Legrand por haber dejado que Jaitt ventilara sin pruebas acusaciones muy graves. Entendemos que el error es injustificable, como así también es parte de una dinámica que puede darse con la vorágine de un cierre. Si bien no reducen la gravedad del error, los dichos de Jaitt carecen de validez ya que semanas después no pudo probar ninguna de las acusaciones ante la Justicia”.
Por su parte, Ernesto Ise escribió: “A lo expresado arriba por Agustín Gallardo, como editor soy responsable de no rechequear los nombres de las personas que la protagonista de la nota, Natacha Jaitt, mencionó en su derrotero mediático de denuncias a personajes conocidos. Y entendiendo que destacar que ninguna de las consideraciones que hizo en medios pudo luego demostrarlas en la Justicia, haría comprensible la inverosimilitud de sus dichos”.
Por cierto, el mal ya estaba hecho y las aclaraciones llegan con lo publicado ya, pese a que se corrigió ese mismo domingo en perfil.com, se hizo una rectificación expresa en la web y también ahora en el Correo. Este ombudsman entiende las razones de urgencia en el cierre y la exigencia de contar con un plantel de redacción reducido y sobreexigido con cada edición. Sin embargo, este hecho no alcanza para justificar que se cometan errores o se publiquen informaciones mal chequeadas (o simplemente no chequeadas), sea quien fuere la víctima de esa decisión.
Otra, también grave. Esta columna tiene hoy como protagonista excluyente a esa sección. Un mail de Clara Zappettini (Véase Cartas a PERFIL) revela un error grave en la edición de las fotos que ilustraron el domingo 17 de febrero la nota sobre el velatorio de los restos del futbolista Emiliano Sala, muerto en un accidente aéreo mientras volaba sobre el Canal de la Mancha. Tiene razón la lectora: la foto al pie corresponde a un Cessna 172 y no al Piper PA-46 Malibú matrícula N264DB que cayera al mar. Nuevamente, la urgencia del cierre llevó a errar en la elección de la imagen, lo que no disculpa tamaña equivocación al editar.