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Defensor de los Lectores

Decía la abuela que ovillar es difícil con lana enredada

Dice la Real Academia Española del sustantivo femenino maraña (sexta acepción): “Embuste inventado para enredar o descomponer un negocio”.

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Fiscales. Stornelli y Rodríguez, envueltos en una maraña con feo olor electoral. | cedoc

Dice la Real Academia Española del sustantivo femenino maraña (sexta acepción): “Embuste inventado para enredar o descomponer un negocio”. Marañar, su modo verbal, define el “enredar cosas” o asuntos. En estas latitudes, marañar es poco empleado, pero enmarañar se ha transformado, desde hace ya años, en una forma casi perfecta de definir la realidad cotidiana. Enmarañar, dice la RAE, es “confundir, enredar un asunto haciendo más difícil su éxito”.

Los lectores de PERFIL ya habrán notado que esto es lo que viene sucediendo en buena parte de los medios de comunicación y redes sociales en estos tiempos de creciente virulencia preelectoral: se hace cada vez más difícil desenredar la madeja para transformarla en un ovillo creíble, o mejor separar la paja del trigo y equilibrar la opinión en relación con temas sensibles.

No es privativo de los argentinos esto de armar un conjunto triste de operaciones políticas/judiciales/periodísticas, aunque, como intentaré esbozar más adelante, sea un recurso de polución espurio y tramposo.

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En la semana que concluye, conmueve a la opinión pública estadounidense un escándalo surgido de National Enquirer, publicación que ha ganado la dudosa fama de difundir noticias falsas, intimidades farandulescas, políticas o económicas, operaciones de prensa destinadas a beneficiar o perjudicar a personas o instituciones. Esta vez le tocó a uno de los hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario de The Washington Post. Bezos debió salir al cruce de lo publicado en el Enquirer en relación con su reciente divorcio y entretelones de su relación extramatrimonial con la periodista televisiva Lauren Sánchez.

El escándalo detrás de las fotos hot de Jeff Bezos, el CEO de Amazon

Fue más lejos: acusó al semanario tabloide de intentar extorsionarlo con la amenaza de publicar fotos de ambos en la intimidad. Para aclarar: el Enquirer está muy ligado a Donald Trump (confeso enemigo de TWP), cuyas excentricidades y ciertos deslices sexuales fueron ocultados por ese medio. Y, como adicional: la revista tiene una relación de cierta dependencia económica del reino de Arabia Saudita, razón por la cual ocultó deliberadamente  detalles del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, colaborador habitual de The Washington Post. Es, como se puede leer, una maraña intrincada. De buen periodismo, ni hablar.

Por estas costas, hay una suerte de enmarañado destape desde que concluyó la feria judicial y se instaló en los tribunales federales (con activo protagonismo de agentes de inteligencia más o menos oficiales) una puja entre quienes ocupan espacios a uno y otro lado de la llamada grieta. Carpetazo va, carpetazo viene (con la participación activa de periodistas prestigiosos), parece más un torneo de lucha libre todos contra todos que un homenaje a la majestad de la Justicia. A las denuncias por sobornos contra un fiscal sucedió la denuncia por soborno contra otro fiscal de signo opuesto. En medio, algunas de las causas por corrupción más importantes de los últimos años (recomiendo leer la columna “Comodoro PyMe, Parte I”, que el jefe de Redacción de PERFIL, Javier Calvo, publicó en la edición de ayer (http://bit.ly/comodoro-pyme-i).

Y, como si esto fuera poco, una columna desinformada de un escritor desató cierta cacería de brujas contra Netflix. El motivo: la supuesta financiación de un semidocumental de Jorge Lanata y su posterior difusión por esa plataforma. Netflix desmintió los dichos de Mempo Giardinelli, pero eso no impidió que se viralizara una propuesta de boicot en las redes sociales. Un absurdo: renunciar a la plataforma por algo que no ocurrió ni sucederá, según esta aseguró.

Una vez más, estimados lectores de PERFIL, las palabras de Tato Bores: la neurona atenta, vermut con papas fritas y ¡good show!