Los casos de ciberacoso sexual que se hicieron públicos en los últimos días, de Agustina Gorosito (amenazada y acosada por Facebook y Whatsapp), y del militar acosador aprehendido en Virrey del Pino, han puesto el tema en el centro de la escena y han visibilizado la realidad concreta que esconde el mundo de la virtualidad. Queda expuesto que no estamos frente a un mundo irreal e inexistente sino que podemos apreciar a través de estos casos que las consecuencias de nuestra desatención a la problemática son bien materiales y tangibles. Si a ello le sumamos la irrupción de la Ballena Azul, estamos frente a un cuadro más grave aún porque resulta claro que nos estamos quedando velozmente atrás.
Evidentemente, la bomba que trae aparejada la situación del crecimiento en las redes de los fenómenos de acoso está explotándonos en la cara. Cada semana aparece un caso o situación que nos plantea nuevos debates y nos impone repensar soluciones. ¿No es hora de que pongamos el acento en hacer lo que se debe?, ¿No es el momento de dejar de correr detrás del problema y asumir que es indispensable adelantarse a los acontecimientos para evitar males mayores?
Si observamos lo que sucede más allá de nuestras fronteras encontramos que la opinión de los especialistas es coincidente. En España, el Ministerio de Sanidad recomienda que "Los planteles educativos deben ofrecer a todos los integrantes de la sociedad y la comunidad educativa las herramientas legales y formas de prevención y mediación positivos con todos los temas relacionados a acoso y ciberacoso". En Chile, a través del Plan Escuela Segura el ministerio de Educación realiza seminarios con énfasis en Grooming, con la colaboración de la Brigada de cibercrimen de la Policía de Investigaciones donde se entrega información y material concreto sobre internet segura y el grooming. Podríamos seguir repasando, el trabajo en la Unión Europea, en los países escandinavos, y en todos encontraríamos las mismas preocupaciones y medidas preventivas similares.
Considero oportuno resaltar que en todos los casos el rol del estado, en general, y del sistema educativo, en particular, resultan centrales en cualquier estrategia preventiva frente a este tipo de delitos. Con ese fin, presenté la Ley del Prevención del ciberacoso sexual el año pasado, y por este motivo fue aprobada por unanimidad. Sin embargo, a medio año del dictado de la norma, no ha habido acciones decididas por parte del poder ejecutivo de la Ciudad para enfrentar el problema
En este punto surge otra pregunta ineludible, más coyuntural y profana, que se refiere a si existe voluntad política para encarar estos temas, en nuestra ciudad. Porque la ley no ha sido reglamentada, el tema está ausente en las aulas y la incidencia del delito crece día a día.
Estoy convencido de que estamos frente a un tema complejo por sus implicancias sociales, culturales, e incluso penales. Como suele señalar la Licenciada Flavia Tsipkis, de la Defensoría del Pueblo, los niños y adolescentes en la actualidad, construyen su subjetividad en las redes. De cómo los adultos acompañemos ese proceso depende, en gran medida, el camino que tome la construcción de su identidad y sus modelos de sociabilidad.
Debemos prepararnos, como padres y docentes, porque estamos frente a prácticas de sociabilización totalmente desconocidas por nosotros. Por ello, insistimos en la necesidad imperiosa de que el estado asuma su responsabilidad. Hagamos lo que hay que hacer.
*Diputado por la Ciudad de Buenos Aires. Abogado.