–¡Viva el verdadero Papa!
–¡Yo te excomulgo!
–¿A quién?
–A ti. ¡Tú eres el antipapa!
–¿Yo? ¡Más antipapa serás tú!
–Santo Colombino, por favor: ¡júzganos!
–(silencio) ¡Malos tiempos!
Mi veredicto… ¿Cuál podría ser si desde aquí os veo, hombres terrenales, brutos por igual?
Brancaleone en las Cruzadas’(1970), dirigida por Mario Monicelli: desopilante pelea entre los papas Gregorio y Clemente e intervención del
santo Colombino, que les habla desde una columna.
Messi se encapricha y viaja, decidido a saldar esa cuenta pendiente que tiene con los únicos colores que no lo han visto ganador. Juega el partidito con Honduras, necesario solo para que la AFA honre otra clase de deudas, menos simbólicas, más terrestres. De su bolsillo sale el dinero para contratar un vuelo chárter que lo lleva desde Rosario a Barcelona para declarar ante la justicia española que lo investiga por un fraude fiscal, y de allí a San Francisco, donde se concentra la Selección para la Copa América.
Messi sonríe con esa cara de nene tímido que ni el tiempo ni los millones pudieron endurecer. Messi calla. Messi toca la pelota y todos suspiran de alivio. Quieren saber si está mejor de ese maldito golpe en la espalda. Quieren saber hasta qué punto esa molestia le impedirá ejercer su oficio de genio argentino el-mejor-del-mundo. A mí, al menos, me desvela otra clase de dolor. Lo vimos todos, por televisión.
Estrategia judicial o no, tuvo que decirlo. Frente a un tribunal, con cámaras registrando su infinita incomodidad. “Yo confiaba en mi papá, como lo dije antes. Obviamente es mi papá y jamás se me pasó por la cabeza que me podía engañar o estafar. Firmaba porque me lo decía, porque confiaba en él y los abogados decían que lo hiciera así. No sabía dónde iba la plata. No sé nada de esas cosas, nunca me interesaron”.
Jorge, su papá, se preocupó por despegar a su hijo del caso y se defendió como pudo. “Leo no sabía nada de esas sociedades. Firmaba pero no leía los contratos. Mi intención era facilitarle la vida, acompañarlo, que se dedicara a jugar. Pero llegó un momento en que necesitamos una guía legal y fiscal. No sé nada de leyes: solo decía si o no a las propuestas que llegaban. Los abogados decían que todo estaba bien hecho y legal. A fin de año el estudio pagaba, pero no sé cuánto, cómo, ni dónde”.
El fácil creerle a Messi hijo. Eso hizo la fiscal Raquel Amado, que pidió su absolución. El abogado del Estado, Mario Mazzo, cebado, lo ve como capo de una estructura criminal: pidió 22 meses de prisión para ambos y una multa equivalente al monto defraudado: 4.160.000 de euros. Jorge Messi, padre y responsable de la carrera de su hijo, está en una posición complicada, le crea uno mucho, poquito o nada.
Hay países más serios que otros y hay jugadas que producen lesiones más serias que las musculares, algo que no se cura solo con reposo y una buena rutina. Ojalá el mundo del fútbol le tenga piedad si esta pena grande como un mundo afecta su juego y nos quedamos sin Copa, ese soplo tibio entre tanto frío y falta.
Nadie tiene la medida del dolor. Puede que, ya en su mundo, el de la pelota, donde él arregla, acuerda, resuelve, lee, firma y disfruta, Messi le sume furia a su virtud y nos deslumbre, una vez más. Ojalá. Se lo merece.
Sin dinero para pagarle el sueldo a Martino ni para costear la estadía de un equipo juvenil que sirva de sparring para la Selección, los jugadores mejores pagos del mundo entrenaron con chicos mexicanos y chicas que juegan soccer en el San José Spartans. Increíble.
El titular de la AFA Luis Segura, que se negó a firmar dos cartas que igual fueron enviadas a nombre de su entidad a la FIFA y Conmebol para denunciar una intervención encubierta de parte del gobierno a través de la IGJ, llegó a Estados Unidos y se enteró del tsunami de renuncias. La confirmada de Tinelli y las que se vienen, que dejarían a la entidad que preside en un virtual estado de acefalía, en los brazos de una comisión normalizadora. Tragó saliva, pensó en volver, pero terminó convocando a una reunión de Comité Ejecutivo para el miércoles.
Entre tanto caos, soltó la única frase con sentido. “Estamos haciendo todo al revés. La situación de la AFA es tan grave que mi renuncia es un detalle irrelevante”. Nada más cierto.
Daniel Angel Easy, presidente de Defensores de Macri, va por todo. Este año ubicó a Sergio Brodsky, un ex Franja Morada, en la IGJ, la entidad que 24 horas después de coronado Lanús suspendió las elecciones del 30 de junio y designó a dos veedores –el abogado Luis Tozzo y la contadora Catalina Dembitzky– para investigar “irregularidades administrativas y económicas”. En la semana llegará Primo Corvaro, presidente de Regulaciones de Entidades FIFA, y la contadora de la Conmebol, Monserrat Giménez, quién dijo que trabajarán para llegar “a un final feliz”. ¡Imagínense!
Moyano, furioso, seguro de tener los votos necesarios se atrinchera en Viamonte como supo hacerlo en Azopardo. “Esta es una maniobra del Gobierno para vaciar la AFA y quedarse con el fútbol. Algo debe tener Macri en mi contra, pero yo no le tengo miedo”.
Tanto la típica en leve ascenso como el frente high class que lidera Angel Easy junto a D’Onofrio, Lammens, Víctor Blanco y Marcelo, “el pastor Giménez de la Súper Liga”, están dispuestos a todo.
De un lado el Gobierno; del otro los melones sobre el camión, acomodándose como pueden. Comisión normalizadora y estructura por afuera o levantar los ladrillos caídos de la Casa Usher, aquella AFA rica con clubes pobres. Difícil será tomar partido en esta guerra entre Guatemala y Guatepeor, ejercicio que habitualmente reservamos para las elecciones nacionales.
Como me escribió un amigo lector, la cosa está tan podrida que, en poco tiempo más, tal vez añoremos los viejos tiempos del “socialismo mafioso grondoniano”.
Seguimos vivos de milagro, compatriotas.