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Hablando mal y pronto

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La reacción de la comunidad literaria y artística no se hizo esperar. Las declaraciones de Darío Lopérfido no dejan opción. Cualquiera que se sienta con algo de sensibilidad está más o menos compelido a pedir la renuncia de Lopérfido, quien acusa a los firmantes de la solicitada de ser “comisarios políticos del kirchnerismo”. Los firmantes son, digamos, casi todos. Casi todos los que se dedican al pensamiento o a la cultura. Es difícil sostener lo que él pretende. Además, es claro que si se intentara juntar firmas a favor dentro del medio que Lopérfido pretende administrar, el resultado sería flaco y vergonzoso. No recuerdo ningún acuerdo tan masivo de artistas e intelectuales contra un ministro que debería representarnos aquí y hacia afuera. La acumulación de cargos incompatibles hace pensar en alguien con una sed de algo sin nombre: no dejó el Festival de Teatro cuando agarró el Colón, ni ninguna de estas dos cosas cuando se lo nombró ministro de Cultura. No es lo que Cambiemos vendía como pluralidad en su campaña. Pero no es fácil encontrar en sus filas gente idónea para la cultura. O la sensibilidad. ¿Por qué nadie de ellos milita en Cambiemos?

El debate que Lopérfido impulsa diciendo que no hubo 30 mil desaparecidos es una cortina de humo. Bien sabe que la cifra es ardua cuando son los genocidas los que la ocultan. El diálogo oral es tramposo y Lopérfido se expresa mal: “Si algún error cometió la dictadura militar, enorme, fue no hacer un proceso legal y hacerlos desaparecer”. Son meros deslices de sus ganas de hacer lío y de su antiperonismo confeso, pero obnubilante. Una frase que empieza con “si algún error cometió” revela una tácita defensa de los genocidas y se usa cuando se piensa en realidad: “Los militares fueron muy prolijos, pero si algún error cometieron fue éste”. Yo no tengo ganas de pensar que Lopérfido pueda pensar eso. Pero caramba, pertenece a un gobierno de derecha que demuestra con actos contundentes lo que él apenas manifiesta con torpes lapsus. Funcionó. La desviación del tema de fondo sirvió para tapar la brutal represión “por error” en la murga del Bajo Flores. Las grabaciones con celulares son contundentes, pero Bullrich elige fotografiarse con los gendarmes “atacados” y los medios esconden las fotos de niños heridos que hemos visto todos en Facebook. Ellos toman partido por el represor. Como Vidal, que canceló la Dirección Provincial de Políticas Reparatorias, la que relevó 53 cementerios buscando información de entierros clandestinos, obtuvo 2.066 muestras de sangre de familiares de desaparecidos, querelló en más de 18 juicios de lesa humanidad, etc. Ya no se hará más este trabajo. Esto es gravísimo. Lopérfido lo sabe. Y un ministro de Cultura, que debería estar de este lado y denunciar este vacío, insulta nuestra inteligencia con un debate lo suficientemente escandaloso como para llenar de humo el ambiente.